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sábado, 20 de noviembre de 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ EN CIUDAD REAL

Con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, se han publicado sus obras completas en las que aparece la correspondencia que mantuvo entre 1931 y 1942. En estas cartas hay algunas alusiones a lugares de la provincia de Ciudad Real en los que estuvo durante el mes de marzo de 1936.
Cuando Miguel Hernández llega a tierras de Ciudad Real es ya un poeta conocido por El Rayo que no cesa y Perito en lunas. Son sólo unas semanas las que dedica a viajar por diferentes pueblos del Valle de Alcudia, adentrándose en el corazón de Sierra Morena donde encuentra reminiscencias de los viejos bandoleros de leyenda romántica. Sus testimonios son importantes para conocer cómo eran nuestros pueblos en aquellos años anteriores a la guerra civil.
Antes de marzo de 1936, había tenido una experiencia en Alcázar de San Juan, donde pasó unos días en circunstancias nada agradables. En mayo de 1932 se dirigía en tren a Orihuela con un billete de caridad a nombre de Alfredo Serna y con una cédula (tarjeta de identidad) a nombre de otra persona cuando fue sorprendido por el revisor y acusado de estafa: ”…y cuando llega el tren a Alcázar de San Juan, me hacen descender del tren y entrar en la cárcel escoltado, no por dos imponentes guardias civiles; por dos ridículos serenos viejos y socarrones…”. Aclarado el asunto, al día siguiente fue puesto en libertad pero no pudo proseguir viaje hasta que no recibe un giro de dinero con el que poder pagar el billete hasta Orihuela.
En 1935, después de su regreso a Madrid, conoce a José María de Cossío quien le consigue un trabajo en la editorial Espasa Calpe como secretario suyo, con un sueldo de 250 pesetas mensuales para trabajar en el tomo I de su obra “Los Toros”. Con este motivo en marzo de 1936 Miguel Hernández viaja a la provincia de Ciudad Real donde durante un mes alternará su trabajo haciendo fichas sobre las plazas de toros de la zona con las tareas de las misiones pedagógicas de las que también forma parte. Llega a primeros del mes de marzo a Puertollano y se aloja en el Hotel Castilla, situado en la calle Aduana, antes del Caño. Desde aquí escribe algunas cartas a Josefina Manresa, con quien acaba de reanudar su noviazgo: “El pueblo este se parece mucho a Orihuela, aunque es más frío y más triste y tiene algo de los pueblos andaluces. En general casi todos los pueblos españoles se parecen un poco y tienen poco que ver, como no sea alguna iglesia vieja y valiosa. Aquí lo que hay son muchas minas de carbón…”.
Durante el día se traslada a otros pueblos del Valle de Alcudia, algunos de ellos en las estribaciones de Sierra Morena, regresando por la noche a Puertollano para descansar en el hotel donde se hospeda: “Mira, ayer y anteayer he estado en un pueblo metido en el corazón de Sierra Morena, la sierra de los bandidos, y he ido en auto. No te puedes figurar lo que me ha costado llegar, es un camino el que hemos recorrido hecho para los arrieros solamente y el que conducía ha sudado tinta. Por fin, pudimos llegar y volver y aquí me tienes, en Puertollano, de donde saldré esta mañana –ahora es muy temprano- para un pueblo que se llama Tamaral…). Se refiere a Solanilla del Tamaral, una pedanía de Mestanza. Es aquí, en Mestanza, donde conoce a Carmen Pastrana, una joven maestra con la que intentará la suerte de Cupido; aunque de esto, como es natural, nada le dice a su novia de Orihuela.
Por las cartas que escribe a Carlos Fenoll y a José María de Cossío conocemos las impresiones que le provocan los paisajes de Sierra Madrona y las sierras de la zona sur del Valle de Alcudia, todas ellas estribaciones de Sierra Morena: “El otro día he pasado Sierra Morena y no puedes imaginarte qué emoción me ha dado recordar a los bandidos generosos.” (Carta a Carlos Fenoll). “He pasado por Sierra Morena y me he sentido un poco Tempranillo. En el pueblo en el que me encuentro en este momento –Puertollano- hay dos o tres tabernas con nombres taurinos y una placita muy graciosa” (Carta a José María de Cossío).
Después de algunos días se traslada a Valdepeñas: “Hoy me encuentro en Valdepeñas desde las doce del día y estoy completamente cansado del viaje que he hecho esta mañana en un tren muy malo…”. Se trata del Trenillo de la Calzada, famoso por su lentitud, pudiendo los viajeros bajarse para coger algunos racimos de uvas de los plantíos que había cerca de las vías; y volver a subir sin que el tren detuviera su marcha, pues iba tan lento que parecía ir andando. Se cuenta que tenían que apearse en algunos tramos para que el tren pudiera seguir su marcha. Debido a su poca velocidad y estabilidad surgió una “coplilla” en Valdepeñas donde era conocido con el nombre del pueblo anterior, Moral de Calatrava.

El Trenillo del Moral
ya no puede andar de noche;
se asusta de las olivas
y descarrilan sus coches

El viaje se hacía interminable debido a las muchas paradas y al traqueteo de los vagones; por ello no debe sorprendernos que cuando Miguel Hernández llega a Valdepeñas y escribe a Josefina le diga que está completamente cansado del viaje que ha hecho en un tren tan diferente al AVE de nuestros días.
Desde Valdepeñas se traslada a otros lugares, llegando hasta pueblos que lindan con la provincia de Jaén, en ellos sigue alternando su trabajo para la editorial Espasa con las tareas de las misiones pedagógicas. Se justifica ante Josefina por no poderle escribirle con más frecuencia: “He estado trabajando en unos pueblos, donde no hay luz eléctrica y el correo sale de ellos cada ocho días. Son unos pueblos que están muy apartados, en plena sierra y aunque hubiera tenido de escribirte me hubiera sido imposible hacerlo por el motivo que te digo”. Uno de esos pueblos en los que no hay ni luz eléctrica ni correo, entre otras cosas, es Albaladejo, situado al sureste de la provincia, desde donde escribe con fecha de veintidós de marzo la última carta fechada en un lugar de La Mancha y con la que da por finalizada su andadura por las tierras de nuestra provincia.

Román Serrano
HOMENAJE EN EL AULA A MIGUEL HERNÁNDEZ
El responsable técnico de estos videos es mi compañero Luis Beamud, que sabe mucho de estas cosas de las nuevas tecnologías; de la selección de los poemas, los alumnos de primero "B" de secundaria del curso pasado; y yo, de subirlos al blog.
Espero y deseo que os guste este sencillo homenaje a un gran poeta como Miguel Hernández
.

sábado, 30 de octubre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT, EN LAS MANOS DEL PUEBLO

Por Román Serrano López
I.E.S. “HERNÁN PÉREZ DEL PULGAR”

Nuestro destino es parar en las manos del pueblo.
Miguel Hernández



En el poema “Canción última” de El hombre acecha, Miguel Hernández expresa, como él sabía hacerlo, que su casa “pintada del color de las grandes pasiones y desgracias” regresará del llanto a donde fue llevada y, en el último verso, formula con la fuerza del imperativo ese “dejadme la esperanza”. ¿A quién se dirige el poeta, el hombre aquel a quien calificaría más tarde Carmen Conde como “el más inocente y confiado de los muchachos”?
Ahora, que nos estamos aproximando al 30 de octubre de 2010, día en el que se cumple el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, uno se pregunta qué sentiría Miguel Hernández al ver tantos y tantos homenajes que se le están haciendo a lo largo y ancho de la geografía que un día no muy lejano anduvo, primero como soldado, luego como fugitivo y como preso después. Con motivo del centenario son muchos los artículos y los ensayos que están apareciendo sobre la vida y la obra de Miguel Hernández. Se están vertiendo ríos de tinta para escribir sobre su familia, sus amores, su compromiso político y social, sobre la ética y la estética de su poética… A quienes conocimos la poesía del poeta de Orihuela hace ya muchos años, todo esto no puede producirnos sino alegría porque al fin se haga justicia con la obra de quien ha sido para muchos de nosotros uno de “esos héroes civiles e íntimos” que buscábamos en nuestra juventud para contrarrestar a los que nos quería imponer el franquismo.
Efectivamente, un héroe civil e intimo fue Miguel Hernández hasta que sus poemas empezaron a escucharse en la voz de ese catalán de todos que es Joan Manuel Serrat. Así fue como los textos de Miguel Hernández fueron saliendo de ese espacio cerrado e íntimo al espacio más abierto y público de las reuniones juveniles de los años setenta.
Ya antes de que eso ocurriera, algo tuvieron que ver algunos profesores de bachillerato que empezaban a hablar en sus clases del poeta y a comentar algunos de sus poemas como “las nanas de la cebolla”, pero no era lo habitual debido a ciertas sombras que ocultaban la obra y la vida de Miguel Hernández.
En la década de los años cincuenta hubo algunos intentos de recuperación de su obra desde el ámbito franquista, pero fueron hechos desde la indecencia intelectual con la única pretensión de presentarlo como alguien que había estado en el lado equivocado por ignorancia o debido a las malas influencias, entre las que, por supuesto, se encontraba Neruda, ya que Miguel Hernández era “un hombre radicalmente religioso y –por español- radicalmente cristiano”.

Luego, durante los años de la llamada transición una nube de amnesia cruzaba las tierras del país y el regreso de figuras como Alberti hizo creer a muchos que la deuda con los vencidos ya había sido saldada; pero no era así y fueron necesarios algunos años para que surgiera la reivindicación de la memoria como medida necesaria para recuperar la cultura de la España vencida a la que pertenecía la voz de Miguel Hernández.
En cualquier caso, la obra del poeta es desconocida todavía hoy por esa “inmensa mayoría” que obsesionaba a Blas de Otero y que algún día podría derivar gracias a la educación a la “inmensa minoría” soñada por Juan Ramón Jiménez.
Y mientras ese día llega, seguiremos, quienes entendemos la enseñanza dentro de un compromiso ético con quienes compartimos las aulas, enseñando y divulgando la obra de uno de los mejores poetas en lengua española para darle calor a ese corazón del que Miguel escribió:
Dejemos el museo, la biblioteca, el aula
sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo.
Ya sé que en esos sitios tiritará mañana
mi corazón helado en varios tomos.

Nuestro mejor homenaje es darle calor con la luz de nuestros ojos, leyendo en silencio o en voz alta sus versos con nuestros labios, así dejará de tiritar y será corazón en vuelo en las manos de aquellos para los que un día los escribió.

Ciudad Real, octubre 2010.

lunes, 8 de marzo de 2010

PRESENTACIÓN

Una presentación puede hacerse de modos distintos. Ésta sólo pretende iniciar un viaje. Confieso que en este momento sólo sé que he sacado un billete para subir al tren del último curso. Es inicialmente este tren sólo una metáfora, pero también el deseo de alguien, que ha pasado la mayor parte de su vida entre paisajes relacionados con la enseñanza, en seguir viaje hacia otros ámbitos, sin perder el contacto con ese mundo que se deja atrás una vez que se sube al tren del último curso.
Desde el día que impartí mi primera clase en el Instituto de Bachillerato “Pablo Ruiz Picasso” de Almadén (Ciudad Real) hasta el momento en el que he subido al tren del último curso he sido consciente de que “todo pasa y todo queda”; quizás por ello, y teniendo siempre presente estos versos de Don Antonio Machado, me gustaría que este viaje sirviera para conocer a otros viajeros que tienen también el ánimo de seguir haciendo nuevos caminos, de conocer otros paisajes, con objeto de intercambiar con ellos impresiones y experiencias para ofrecerlas a todo aquel que desee compartirlas, sabiendo que de este tren puede bajarse cuando lo decida o seguir en él todo el tiempo que quiera, pues aquí no hay más límite que el que marque el horizonte.
Poco más que decir en esta presentación, pues ya se irá perfilando así vaya transcurriendo el viaje…

Román Serrano López