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miércoles, 6 de febrero de 2013


 
 
 
MIRANDO AL RETROVISOR
  




Nada más decir que íbamos a hablar del Desastre todos sabíamos de lo que se iba a tratar. ¿El Desastre? Con esta denominación nos referíamos a la crisis que sufrió la clase dirigente española (incluida la catalana, pues también es española) a finales del siglo XIX y principios del XX. Podemos decir que en aquellos años la corrupción política, económica y moral era algo cotidiano en las altas esferas de este país. Todos recordamos en qué consistía el Régimen de la Restauración: ahora gobiernan los conservadores, luego los liberales. En definitiva, una manera de enmascarar la realidad, pues todos ellos eran liberales y conservadores. Eso sí, con matices que los diferenciaban en pequeños aspectos; pero no en los intereses de clase que unos y otros compartían.

¿Quién defendía los intereses de la mayoría del país? A finales del siglo XIX la clase obrera estaba organizándose en sus primeras asociaciones de resistencia, que dieron paso a los sindicatos de clase y al primer partido político que nació con voluntad de defender los derechos políticos de los obreros, ya fueran del campo o de la ciudad. Los obreros y la pequeña burguesía no estaban representados ni por el Partido de Sagasta ni por el de Cánovas; o como decía don Pío Baroja en su novela “El árbol de la ciencia”, por los Mochuelos y los Ratones. Esta novela fue publicada por primera vez  en 1911, hace ahora 102 años, y al leerla podemos tener la sensación de que nos está hablando, en muchos aspectos, de la España de 2013:

“La política de Alcolea respondía perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo. Era una política de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios, que se llamaban el de los Ratones y el de los Mochuelos; los Ratones eran liberales, y los Mochuelos conservadores.

En aquel momento dominaban los Mochuelos. El Mochuelo principal era el alcalde, un hombre delgado, vestido de negro, muy clerical, cacique de formas suaves, que suavemente iba llevándose todo lo que podía del Municipio.

El cacique liberal del partido de los Ratones era don Juan, un tipo bárbaro y despótico, corpulento y forzudo, con unas manos de gigante, hombre que, cuando entraba a mandar, trataba al pueblo en conquistador. Este gran Ratón no disimulaba como el Mochuelo; se quedaba con todo lo que podía, sin tomarse el trabajo de ocultar decorosamente sus robos.

Alcolea se había acostumbrado a los Mochuelos y a los Ratones, y los consideraba necesarios. Aquellos bandidos eran los sostenes de la sociedad; se repartían el botín: tenían unos para otros un tabú especial, como el de los polinesios.”

El protagonista central de esta  novela barojiana tenía una visión pesimista de la sociedad española; pesimismo que transmite a los jóvenes de su tiempo cuando estos le plantean que hay que hacer algo ante la situación en la que se encontraba el país.

“¡Qué van ustedes a hacer! ¡Es imposible! Lo único que pueden ustedes hacer es marcharse de aquí.” 

¿Es ésta la solución para la juventud de la España de hoy?