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viernes, 30 de diciembre de 2011



Adiós al año 2011


Aunque ya no recuerdo cómo fue el primer segundo de este año que está a punto de decirnos adiós, pienso que debió de estar rodeado del mismo boato que los de los otros años que lo precedieron, y de los que ya apenas si nos acordamos, salvo que al evocar algún acontecimiento que nos interese éste tenga connotaciones cronológicas.
Solemos recibir el inicio de un año de forma eufórica, con música, brindis, campanadas, besos, algarada. Esto es lo que se muestra, lo que aparece en la pantalla de las vanidades modernas. Procuramos olvidar que en esos momentos hay personas sufriendo, con hambre, en guerra. Ponemos en funcionamiento el mecanismo que oscurece la cara fea del mundo y dirigimos nuestros ojos para contemplar el rostro bello, sin querer saber si  ese rostro es solo como una de esas máscaras  que se usan en carnaval y que, en realidad, muchos la llevamos durante toda nuestra vida.
Tal como ocurre casi siempre, es un poeta, en este caso don Ramón de Campoamor, el que generosamente me presta las palabras que andaba buscando: y en este mundo traidor nada es verdad ni mentira: todo es según el color con que se mira.
¿Puede ser esta la clave que pueda ayudarnos a la hora de despedirnos de este año 2011? Si aceptamos que todo es relativo, puede que miremos adelante con optimismo; que no carguemos nuestro cabreo en este año 2011; que no proyectemos nuestra melancolía  en el año que se va, dejando en nosotros tantos sueños sin cumplir y tanto déficit…
Con esa mirada relativista asumiremos las ausencias que nos dejó el año 2011;  esas noticias no deseadas;  ese cambio de gobierno- dulce para unos, para otros ácido-; que para unos habrá sido el año en el que se han conseguido cosas agradables;  para otros irá siempre acompañado de sucesos negativos; y, para muchos habrá sido un año que pasó sin pena ni gloria. En fin, según nos haya ido la feria, así lo contaremos.


martes, 20 de diciembre de 2011

Teatro de deshonra

Estoy escuchando “El ojo crítico”, de RNE. Son casi las ocho de la tarde y el programa está en sus últimos minutos, cuando surge  la voz inconfundible de Joan Manuel Serrat; es uno de los premiados y agradece el premio. Me sorprenden sus palabras: dedica el premio a lo público. A la enseñanza pública, a la sanidad pública, a los medios de comunicación públicos. Joan Manuel Serrat ha crecido con los años, es la voz de todos. Que cante en catalán o en español (no escribo castellano porque es esta una denominación territorial, regional, pequeña para denominar una lengua que va más allá de las fronteras) es algo secundario; lo importante es que su canción es una canción de todos.
La defensa de lo público es urgente. No recuerdo nunca un ataque más virulento contra lo público que el que hoy se está llevando a cabo por los agentes del neoliberalismo. La voracidad de quienes quieren privatizarlo todo, apropiarse de los bienes cuya propiedad es de todos, independiente de su ideología, de su renta, de su posición social. ¿Qué pretenden? Está claro: apropiarse de la enseñanza, de la sanidad, de los medios de comunicación. ¿Estamos regresando a los tiempos feudales? No, porque no hay regreso; pero sí estamos entrando en un proceso en el que unos pocos serán los propietarios de todo ¿El resto? Se convertirá en mercancía, en objetos para usar en función de las necesidades de esos pocos (los mismos que se esconden tras lo que perezosamente se llama los mercados).
Tal como escribía el autor del Don de la ebriedad (Claudio Rodríguez) en su poema, La contrata de mozos, hoy podemos preguntar:
¿Qué estáis haciendo aquí?
¿Qué hacemos todos
en medio de la plaza y a estas horas?
Con tanto sol, ¿quién va a salir de casa
sólo por ver qué tal está la compra,
por ver si tiene buena cara el fruto
de nuestra vida, si no son las sobras
de nuestros años lo que le vendemos?
En estos versos hay que buscar el sentido más allá de las palabras formales, interpretar la parábola en la que se simboliza un suceso del que se deduce una verdad importante o una enseñanza moral.
           Pero, ¿quién se atreve a hablar de enseñanzas morales en un mundo en que lo que predomina es el dinero? Solo un poeta o un loco (de la saga de don Quijote), que viene a ser lo mismo. Hoy se antepone el recorte del presupuesto al derecho a la educación, a la salud, a la dignidad de las personas dependientes y, tal como suscita la parábola que existe en La contrata de mozos,  las personas sin medios financieros serán tratadas como mercancía en esta plaza donde todo se subordina a la economía y en la que nuestra vida parece ir a parar en una contrata, lonja servil, teatro de deshonra.




jueves, 15 de diciembre de 2011

PRIVILEGIO


En este confuso mundo en el que vivimos es necesario recurrir a algún tipo de brújula para no perdernos entre la niebla con la que pretenden envolvernos los que ostentan el poder. De unos años a hoy, la realidad se está transformando a una velocidad tan vertiginosa, que nuestra existencia se está viendo alterada de tal manera que ni los más despiertos llegan a captar todo lo que se sucede de un día para otro.
Por ello, es necesario recurrir a un método que nos permita analizar la realidad de modo que no nos engulla ese monstruo de siete cabezas que nos amenaza. No hace demasiado tiempo, se decía que había que analizar las situaciones concretas en sus momentos concretos. ¿Lo llamaban materialismo histórico? Pero fue tal el ataque que lanzaron contra él desde todos los ámbitos del sistema capitalista, que llegaron a afirmar  los ideólogos neoliberales que estábamos ante el fin de las ideologías. Algunas mentes lúcidas llegaron a decir que aquello no era otra cosa que el triunfo de una ideología concreta sobre otras. Y a partir de entonces se impuso la dictadura del pensamiento único.
 Sin embargo, no consiguieron acabar con los heterodoxos y todavía  hay quien se pregunta: ¿Acaso hay una sola mirada para ver la realidad? ¿Tenemos que aceptar la mirada de otros para percibir el complejo mecanismo  en el que estamos inmersos?
Y, a veces, quizás por mi ingenuidad edénica, me sorprendo, al comprobar que hay voces que, debiendo ser diferentes, terminan diciendo lo mismo… Y, aunque me pare a diferenciarlas de los ecos, no logro, por mucho que lo intente, dar alcance a su sentido.
En relación con lo dicho en el párrafo anterior, recurro a un ejemplo de la vida cotidiana: En una carta de un consejero del Partido Popular (PP) se dice que los funcionarios (él los llama servidores públicos) son unos privilegiados por tener un trabajo estable. Son cosas de la derecha, pienso; pero en una emisora de radio escucho uno de esos mensajes navideños a los que nos tiene acostumbrados un dirigente y cargo institucional del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) de la provincia de Ciudad Real y le oigo decir que tener un trabajo es un privilegio. ¿Se imaginan mi estupor? Los dos, el político de derechas y el de izquierdas, coinciden en  decir que tener trabajo es un privilegio.
Así que no tengo más remedio que buscar en el diccionario el significado del vocablo privilegio y encuentro que por privilegio se entiende la exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.
Díganme ustedes si tener un trabajo es la exención de una obligación; o si piensan que trabajar  es una ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior. Por favor, díganme si alguno de ustedes piensa que existen circunstancias propias que permiten gozar de alguna ventaja exclusiva o especial en el ámbito del trabajo.
¿No creen que, si respondieran que sí, deberían denunciarlo ante cualquier juzgado de nuestro país? ¿Qué clase de políticos son los que consideran que tener un trabajo es un privilegio? ¿No dice el artículo 35 de la Constitución Española que todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo? Deber de trabajar y derecho al trabajo.
En consecuencia, pienso que quienes dicen que desempeñar (o tener) un trabajo es un privilegio no deberían ostentar ninguna representación política. No son dignos de hacerlo. Ellos son los primeros que deberían trabajar para que se cumpla la Constitución y dar credibilidad a lo de trabajar es un deber y el trabajo es un derecho.


martes, 13 de diciembre de 2011




POSTALES DE NAVIDAD

      
Juan  de Mena y Monescillo hace ya muchos años que no recibe felicitaciones para Navidad. Se esfuerza por recordar cuándo llegó el cartero a su casa con la última felicitación; y, después de unos minutos, desiste de su empeño, porque su frágil salud ya no le permite hacer esos esfuerzos de concentración mental.
Durante los años sesenta era frecuente que, en los días previos a la Navidad,  llegaran a las casas  las felicitaciones de aquellas personas con las que a lo largo del año se había tenido alguna relación; así veíamos cómo el cartero, el basurero, el barrendero, el cobrador de la luz, el recadero, el carnicero, o el mismo maestro que nos instruía y educaba, nos entregaban unas tarjetitas en las que  expresaban sus mejores deseos para los días de fiestas que comenzaban con las voces de los niños del Colegio de  San Ildefonso cantando los números del sorteo de lotería más popular que nunca ha existido. Además de aquellas tarjetas sencillas, llegaban otras, desde lugares lejanos que a Juan de Mena y Monescillo le parecían lugares propios de cuentos; otros, los localizaba en su atlas de geografía y entonces descubría que su mente  se agrandaba como un mapa, a medida que incorporaba a sus conocimiento los nombres de aquellos lugares.
Ahora, cada vez que llegan estas fechas, añora las tarjetas de familiares y amigos que, por diversas circunstancias, ha dejado de recibir. Para  suplir la llegada de esas felicitaciones, baja al desván de su casa, donde tiene una cajita de madera, en la que guarda las felicitaciones que estuvo recibiendo durante muchos años. Recuerda que, en aquellos años en los que todavía era un niño, su madre solía colocar en la repisa de la chimenea, sobre el aparador o en la parte superior del buró,  todas las tarjetas que recibían desde muchos lugares de España y parte del extranjero. La familia estaba dispersa por Barcelona, Valencia, Madrid,  Lyon, París. Desde aquellas ciudades, sus tíos y amigos enviaban preciosos crismas todos los años deseándoles una feliz navidad y un próspero año nuevo.
La casa adquiría un aire de magia durante aquellos días de Navidad. Y cuando se acercaban  algunos amigos a felicitarles las Pascuas, sus padres les sacaban una copita de anís o de mistela y unos mantecados…Esto lo recuerda mientras coloca los viejos crismas sobre los muebles de la casa  donde vive en esta ciudad a la que llegó hace ya más de treinta años...
Tal como saca las postales, va leyendo los textos  que hay escritos en ellas y reconoce las letras y los nombres de las personas que los escribieron. Muchas de esas personas ya no existen, otras dejaron de dar señales de vida hace ya algún tiempo. Los ojos se le llenan de lágrimas al leer los viejos deseos, expresados por seres que ya no existen, aunque permanecen sus letras como notarios que dan  fe de que un día escribieron aquellas palabras con amor… Le llama la atención una tarjeta que tiene grabada  la Inmaculada de Murillo, es de 1949, año en el que él todavía no había nacido, y es de su abuela materna que le escribe a sus padres desde Manises: Queridos hijos, os escribo unas letras para desearos  Felices Pascuas  y un Próspero Año 1950. Luego se dirige a su hija y le dice…mi querida hija, estas son las primeras navidades que no pasaremos juntas… que sepas que tu madre y hermanos te recuerdan desde esta tierra que nos ha acogido…muchos besos de todos nosotros…
Con este ritual, Juan de Mena y Monescillo, da sentido a estos días en los que uno se regresa sin voluntad de hacerlo; y los recuerdos juegan, como niños traviesos, en los columpios del tiempo. Y se  pasea por los espacios de su casa,  ahora llena  de una brisa cálida, con sus muebles habitados de viejas tarjetas navideñas, con  felicitaciones que reviven al releerlas… Y sabe que durante estos días, mientras contemple las figuras y los paisajes de sus postales, los fantasmas no se atreverán a aposentarse entre las costuras de su soledad.


viernes, 25 de noviembre de 2011




                                              
TIEMPO DE ADOLESCENCIA

A veces es inevitable evocar el tiempo ido, eso que mi abuelo llamaba los tiempos de antaño. Y entre ellos, el que más evoco es el tiempo de la adolescencia. Es curioso, pues dicen que el más añorado es el de la infancia, al ser la época en la que fuimos más felices. No lo sé, pero, desde unos meses a esta parte, lo que emerge en mi conciencia son los años interminables  de la adolescencia, los amigos de entonces,  los conflictos, los miedos que me paralizaban cuando me encontraba en situaciones nuevas. Evoco aquellos momentos en los que la rebeldía se manifestaba en una mirada, en un silencio o en un no hacer las cosas que te mandaban.
Traer aquellos días a la memoria no responde a un deseo de revancha, ni de recreación, sino a esa necesidad de sacar de las profundidades de la conciencia,  de sus galerías, ese pasado que fue presente y  quedó aletargado, que no dormido, en esos recovecos del alma a los que volvemos en estos tiempos en los que el frío nos hacer regresar  en busca de aquellos calurosos y turbulentos  días adolescentes.
Van surgiendo rostros de muchachas a las que creímos amar antes de descubrir lo que era el amor; rostros de muchachos con los que compartimos secretos que guardábamos ante  el confesionario, a donde acudimos algunas veces empujados por la costumbre, hasta que un día dejamos de hacerlo.
Es doloroso recordar nombres y saber que las personas que  respondieron a ellos ya no existen; cruzarte por la calle con quien un día se dijo tu amigo y hoy no te reconoce en la persona en la que te has convertido. Otros, aunque te recuerdan, te borraron de su agenda porque sus intereses son otros y tú ya no respondes a ellos. Sin embargo, a cambio de todo lo que perdiste, has ganado sabiduría y has aprendido algunas cosas que alivian el peso de tantas ausencias.
Ahora evocas las aulas del instituto al que tuviste el privilegio de ir, pues no todos tus compañeros de la escuela disfrutaron de aquella oportunidad. Durante aquellos años no eran muchos los que estudiaban bachillerato, aunque fue a principios de los sesenta cuando se notó un aumento en el número de estudiantes que llegaban a las aulas. El país cambiaba lentamente, y muchos padres, los que habían sido niños de la guerra, desposeídos de tantas cosas, entre ellas, de sus años de escuela y de juegos, incluso de la presencia de sus propios padres, que nunca regresaron de la guerra o de la cárcel, tomaron conciencia de que solo estudiando podían sus hijos mejorar su vida, y empezaron a sacrificarse para que pudieran hacerlo. Solo así llegarían a ser alguien, pues tener estudios permitía encontrar una colocación, buscar un lugar bajo el sol sin llevar la vida de padecimiento que ellos conocían. Existía el convencimiento de que sin estudios nunca serías un hombre de provecho, que permanecerías siendo carne de cañón. Y tener un hijo con estudios fue el sueño de muchos de aquellos hombres de la posguerra, que se ganaban la vida en trabajos duros, con sueldos pequeños que apenas daban para ir tirando.
¿La adolescencia? Ahora la recuerdas sin nostalgia. Fue un tiempo duro, de esfuerzo, en el que te presionaban para que espabilaras si querías ser alguien el día de mañana. Esa obsesión no te dejaba disfrutar del presente. El futuro era la losa, la sombra que impedía gozar del sol de aquellos años plenos como nunca hubo otros; y de los que, sin embargo, apenas si recuerdas algunos nombres, un rostro difuminado por la tristeza y ese poema escrito en un papel que el paso del tiempo ha llenado de polilla.

viernes, 11 de noviembre de 2011

CAMINO DEL AZCOLLAR



Quienes viven en ciudades como Madrid, Lisboa o Barcelona, por citar algunas de la querida Iberia, tienen a su disposición grandes avenidas, museos, cascos históricos y otras tantas cosas de las que carecen las pequeñas ciudades como ésta en la que vivo; mas, como lamentarse por lo que no se tiene apenas ayuda a vivir, conviene saber valorar y disfrutar de aquello que está a nuestro alcance y que no solemos apreciar por esa tendencia a idealizar aquello de lo que carecemos.

Una de las grandes aficiones de don Antonio Machado era la de pasear por los parajes del Duero a su paso por Soria o por los campos de Baeza durante los años que impartió docencia en la vieja ciudad moruna. Esto no es posible para una persona que viva en una ciudad como Londres o Moscú aunque haya en ellas grandes parques, pero sí para quien vive en una pequeña como Ciudad Real donde, desde cualquiera de sus cuatro puntos cardinales, se puede pasar en un abrir y cerrar de ojos a paisajes rurales que parecen salidos de una película del realismo mágico.

Saliendo por la parte oeste de la ciudad, después de cruzar el barrio de Los Rosales, nos adentramos en una zona de casas donde viven familias de clase pudiente a juzgar por el aspecto de las construcciones. Lo característico de estas mansiones es que no hay ninguna igual a otra, a diferencia de los adosados de Los Rosales que se parecen unos a otros como gotas de agua.

Mientras andamos por esta urbanización hemos de prestar atención, pues son frecuentes las cacas caninas que aparecen en las aceras... Esto nos obliga a ir salvando las deposiciones si no queremos plantar nuestras zapatillas en ellas con el consiguiente resultado que no es necesario detallar.

Nada más dejar atrás las últimas casas tomamos el camino de las Huertas, recién asfaltado gracias a los fondos del Plan “E”. A la derecha se encuentra un almendral convertido en carrizal y en el que ya empiezan a verse escombros, residuos de electrodomésticos y otros desechos dejados por desaprensivos que abandonaron la escuela antes de cursar la asignatura de educación para la ciudadanía. No hace muchos años, estos almendros eran cuidados con mimo y, al llegar la primavera, se abrían en flor llenando el aire con el intenso perfume de sus pétalos. Luego se cundió que los habían comprado para construir viviendas de lujo, pero el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, que ha despertado esa hidra con forma de crisis que nos amenaza por todas partes, ha dejado el almendral abandonado a su suerte y hoy aparece inundado por una espesa masa de hierbajos y cardos. Siguiendo por este camino de las Huertas llegamos hasta el que llaman de la Torrecilla, aquí tomamos el del Campillo donde, y ahora sí, empiezan a aparecer las primeras huertas que evocan en la nostalgia del caminante lo que un día lejano fuera un vergel en el que los viejos moriscos cultivaban hortalizas y frutas para los habitantes de Ciudad Real.

Muchas de las huertas de entonces han sido sustituidas por las actuales casas de campo, a las que llaman villas o quintas, aunque no tengan nada que ver con las que tuvieron los romanos de la vieja Hispania. Los pinos, cipreses y otras variedades de árboles de hoja perenne y caduca forman, cuando varias villas se agrupan, pequeños bosquecillos que son como oasis que rompen la monotonía de las barbecheras.

Algunas de las villas están rodeadas de barbacanas, otras con hileras de coníferas alineadas como lanceros en posición de combate. Tras algunas alambradas hay perros que ladran hiperbólicamente sin motivo y el caminante aligera sus pasos para dejar atrás la ruidosa agresividad de los ladridos.

El tránsito entre acacias, algarrobos, olmos negros y olivos cargados de aceitunas rompe la monotonía del asfalto con el que han cubierto los caminos. El oro de las hojas confirma que estamos en otoño, época de plenitud. No puedo dejar de recordar a ese gran poeta que es Juan Ramón Jiménez y algunos de sus versos:

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,

trasmito olor: la sombra huele a dios,

emano son: lo amplio es honda música,

filtro sabor: la mole bebe mi alma,

deleito el tacto de la soledad.


Al pasar junto a una de las huertas pueden verse los membrillos amarillos. El caminante, que no tiene la costumbre de llevar cascos, puede captar el canto de los pájaros, el suave movimiento del aire que se quiebra en el tronco de los árboles, donde apenas se mueven las hojas en esta tranquila mañana de otoño.

Seguimos nuestro paseo, disfrutando de la variedad cromática que ofrece la tierra y de los olores con los que nos deleitan las plantas de hinojo que crecen en las cunetas, llenas de botellas, de latas vacías de cerveza, de plásticos, reflejo del abandono en que el Ayuntamiento tiene  estos parajes naturales. Aprovechando los últimos días de octubre los agricultores han arado la tierra y la estercolan para la siembra, antes de que lleguen las deseadas lluvias. En una de las quintas vemos que están podando los pinos y el ruido de la moto sierra contrasta con el silencio del campo.

A nuestro paso se asusta una bandada de palomas que revolotean sobre las rastrojeras en busca de alimento. Al fondo, puede verse un rebaño de ovejas pastando; no falta la figura del pastor, al que acompañan dos perros flacos que en nada se parecen a los mastines que guardaban antaño las majadas; ni el hombre que las vigila se parece a aquellos pastores que venían desde las altas tierras de Soria al Valle de Alcudia. Lleva por zurrón una bolsa de plástico en la que guarda la botella del mismo material con el agua: caldo caliente cuando se la bebe. Recordamos aquellos toneletes de madera que usaban antes los pastores. Al pasar a su lado lo saludamos y nos devuelve sorprendido el saludo; deducimos por su acento que se trata de un inmigrante rumano.

Coronamos la cuesta desde la que se divisa la cantera del Azcollar y, algo más al fondo, la ermita y murallas del castillo de Alarcos, levantado sobre un cerro a cuyos pies corre el río Guadiana entre los campos donde las tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla fueron derrotadas por las andalusíes en 1195. Es una panorámica única a la luz de esta mañana de otoño, un lujo de estas tierras manchegas.

A la vuelta cogemos campo a través hasta salir a un cruce donde vemos el camino de Villadiego, pero, en vez de tomar las de Villadiego, como la mañana se nos echa encima, decidimos seguir el camino del Cristo en dirección a la ermita de la Poblachuela. Por esta zona encontramos construcciones típicas, algunas en ruinas y abandonadas: viejas casas de adobe, con paredes encaladas y dependencias adjuntas en las que se guardan los aperos, tractores y alguna máquina ya en desuso, como la vieja aventadora que vemos bajo un cobertizo; en estas casas viven las familias de los auténticos huertanos de la Poblachuela.

A pocos metros antes de llegar a la ermita encontramos la casa de la Torrecilla, aquí tomamos el camino de vuelta a la ciudad, que se ve a lo lejos cubierta de nubes plomizas. Nos parece un cuadro tenebrista en el que chocan las luces y las sombras; luego se torna en un lienzo impresionista lleno de espacios yuxtapuestos, indefinidos, por donde se mueven seres que sugieren sentimientos y sueños; y, a medida que nos acercamos a las primeras edificaciones, brotan con toda su crudeza las imágenes de duro realismo. Nos llama la atención la presencia de grúas inmovilizadas y bloques de piso con grandes carteles donde se anuncia su venta. Empiezan a caer las primeras gotas y aligeramos el paso para evitar que nos caiga encima el aguacero que nos presagiaban las nubes de plomo.



  

  

domingo, 6 de noviembre de 2011

¿Y SI VIENEN A POR MÍ?

He escuchado en la radio las últimas palabras que ha pronunciado en un mitin ese candidato con cara de registrador de la propiedad y he dormido intranquilo toda la noche. No soy persona que tenga pesadillas (alguna he tenido, pero no es lo habitual). Me sorprende que alguien que pretende ser presidente del gobierno de este país, de alguien que ayer mismo confesaba querer el voto para ser presidente de todos, se descuelgue hoy, ante una masa de seguidores,  con ese grito de guerra de ¡A por ellos!

¡A por ellos!, le responden a una, tal como solían hacer las multitudes en las intervenciones de aquel personaje que llevó al cine el gran Charles Chaplin. Me he despertado varias veces durante la noche, sobresaltado, temiendo que vinieran a por mí; por fin, al amanecer he intentado tranquilizarme diciéndome a mí mismo que eso son cosas que se dicen para los seguidores acríticos, pero no me convenzo ¿Quién me dice que mañana, cuando estén en el gobierno, alguno de ellos  no la tome conmigo al saber que yo soy uno de esos millones de idiotas que votarán a la socialdemocracia?


miércoles, 5 de octubre de 2011

CINCO DE OCTUBRE: DÍA MUNDIAL DEL DOCENTE




Hoy coincide la celebración del “Día Mundial del Docente” con una convocatoria de huelga en el sector de la enseñanza en las comunidades autónomas de Madrid y de Castilla-La Mancha. Seguramente que la mayoría de los profesores desearían celebrar esta jornada ejerciendo su labor en las aulas, pero las circunstancias, como diría el maestro Ortega, obligan a adoptar actitudes reivindicativas, pues el profesor consciente sabe que un docente es algo más que el que enseña, sin duda, es un individuo y sus circunstancias. Y estas circunstancias son hoy complejas y difíciles.

No recuerdo un ataque a la enseñanza pública tan descarado (desvergüenza, atrevimiento, falta de respeto), tan burdo (tosco, basto, grosero) y con tal cinismo (desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables) como el que se está produciendo en estos últimos meses desde los gobiernos de la Comunidad Autónoma de Madrid y de la de Castilla-La Mancha.

No hay día en el que los responsables de la política educativa de uno y otro gobierno autonómico no den ejemplo de declaraciones atrevidas e irrespetuosas hacia los profesores de la enseñanza pública.

No hay día en el que no se escuche alguna declaración grosera sobre los que ejercen su labor docente en los institutos de enseñanza secundaria.

No hay día en el que no sorprenda la desvergüenza en la defensa de las acciones vituperables que están llevando contra el sistema público de enseñanza escudándose en las dificultades económicas.

Mientras tanto los centros educativos concertados (centros privados sostenidos con dinero público) siguen recibiendo dinero para llevar a cabo las actividades que se les niega a los centros estatales.

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha dicho en varias ocasiones que estas huelgas del profesorado de la enseñanza pública son huelgas políticas. Desde luego, en esto la señora Aguirre, doña Esperanza es una clásica: para la derecha todas las huelgas que se hacen cuando está en el gobierno son políticas. Hay que reconocer que dominan el lenguaje de la confusión. Ellos nunca llaman al pan, pan; ni al vino, vino. No fue casualidad que el barroco surgiera en una época en la que quienes ostentaban el poder y el (des) gobierno en España fueran los miembros de una clase que siempre ha sido una especie de losa para el progreso de los derechos democráticos en este país, al que un pariente de doña Esperanza llamó “este país de todos los demonios”.

Se quejan algunos gobernantes autonómicos de que se diga que están recortando en los derechos fundamentales como son la educación, sanidad y la atención a las personas con dependencia; ellos lo llaman “reestructuración del gasto”. Pues bien, su reestructuración del gasto está suponiendo el despido de profesores, el que trabajadores que atienden a personas dependientes estén percibiendo la mitad de su sueldo (ni por asomo similar a los 120.000 euros anuales que cobra un miembro del Consejo de RTVE) que no llega en muchos casos a los 1000 euros mensuales.

La huelga de los profesores no es una huelga política en el sentido tergiversado que los políticos de derechas y sus acólitos dan a la palabra política; más bien es una huelga cívica llevada a cabo por ciudadanos conscientes de que está en juego un modelo de sociedad que ha costado mucho construir, sin olvidar los sacrificios de varias generaciones que lucharon, sufrieron penurias y soportaron humillaciones con el único deseo de que sus hijos vivieran mejor que ellos.

Defender la enseñanza pública (y estatal) que hemos conseguido en España es defender los derechos civiles irrenunciables para vivir en una sociedad democrática, en la que el hijo de un trabajador asalariado tenga derecho a las mismas oportunidades que el hijo de un oligarca. Ya existen demasiadas diferencias históricas, genéticas o de otro tipo para que también establezcamos diferencias en las reglas del juego en el que todos tenemos derecho a participar sin que nos marquen las cartas.





martes, 20 de septiembre de 2011

IN MEMORIAM


A Marisol Almeda Chacón




Pensaba escribir hoy de otras cuestiones, pero las circunstancias me llevan a cambiar de tema y he de adentrarme en otro asunto del que me duele tratar, pero la amistad, el agradecimiento y la necesidad me obligan a plasmar unas palabras, quizás torpes pero doloridas, por la muerte de una amiga, de una docente que dedicó más de treinta y cinco años de su vida a la enseñanza en institutos de Puertollano y de Ciudad Real. Fue profesora de Geografía e Historia en el Dámaso Alonso de Puertollano, en el Juan de Ávila y en el Atenea de Ciudad Real; le dio clase a mis hijos, a los de mis amigos y vecinos; todos ellos la quisieron por su dulzura y su forma de ejercer una profesión por la que sintió una verdadera pasión. Su figura frágil nunca despertó en sus alumnos falta de respeto, más bien todo lo contrario; la llamaban doña Marisol, a veces Marisol a secas y se notaba que la apreciaban al hablar de ella. Cordobesa de nacimiento, estudió en Granada y durante años vivió en Madrid hasta que llegó a Puertollano para impartir docencia; allí conoció a quien ha sido su marido y padre de sus hijos; luego pidió el traslado a Ciudad Real y aquí ha pasado los últimos años de su vida hasta que un cáncer se la ha llevado no sin antes arrebatarle aquella voz que sonaba en las aulas con ese acento de su Andalucía natal al explicar sus lecciones sobre Historia del Arte, su asignatura preferida, por la que a tantos alumnos llevó hasta las salas del Museo del Prado para explicarles in situ las grandes obras de nuestra pintura, sin tener nunca en cuenta las incomodidades de los viajes ni la responsabilidad asumida al llevar a tanto adolescente a una ciudad como Madrid; lo hacía por amor al Arte y por la enseñanza pública a la que dedicó tantos años de su vida, de una vida que seguirá germinando y dando frutos en la de tantos alumnos que nunca la olvidarán.

20 Septiembre de 2011

martes, 13 de septiembre de 2011

LECTURAS DE VERANO

Una aproximación a lo próximo



Después de un breve pero intenso viaje por algunas ciudades rusas que me ha permitido conocer algunos aspectos de aquel país imaginario de mi adolescencia en la que no percibía más que contradictorias imágenes recibidas a través de la virulenta propaganda franquista, de las apasionadas palabras de los viejos comunistas españoles que habían sustituido un paraíso por otro, o de las sesiones cinematográficas en blanco y negro del cine de los años de la guerra fría en el que los rusos siempre desempeñaban el papel del malo de la película, he vuelto a mi tranquilo rincón manchego dispuesto a pasar los meses estivales entre los paisajes áridos y secos de esta tierra, que no pierde su encanto y su luz a pesar de las malas noticias económicas, de los sobresaltos que nos dan los actuales dirigentes políticos y los que están por llegar (si el buen juicio no lo remedia).

He tenido la suerte de poder pasar las calurosas jornadas bajo la sombra de un frondoso laurel que crece junto a la fuente con reminiscencias andalusíes, acompañado de un botijo de agua fresca y enfrascado en la lectura de algunos libros que me han permitido viajar también pero ahora por lugares a veces físicos, sentimentales a veces, más cercanos que las ciudades del este de Europa. Con estas lecturas me he reencontrado con personas próximas, con un pasado de ayer mismo, con textos que cuanto más pretenden alejarse de la realidad más se adentran en ella.

El primero de estos libros se titula Cuentos Nocturnos y es de un “escritor de aquí”, Emilio Morote Esquivel, tal como se anuncia en un puesto callejero, compartiendo la calle con otras personas que buscan en la vía pública (espero que no la privaticen los liberales de la Aguirre) cómo conseguir honradamente unas monedas para sobrevivir a pesar de la crisis; algunos de ellos llaman la atención escribiendo con faltas de ortografía textos cuyos mensajes son inquietantes y desoladores, capaces de generarnos una mala conciencia si no fuera porque pasamos sin mirar dos veces en la misma dirección. En medio de este paisaje urbano tras el que subyace el esperpento de una ciudad que esconde su verdadero rostro bajo la máscara de la cotidianidad provinciana me llama la atención un cartel donde puede leerse “ESCRITOR DE AQUÍ”. Me acerco por curiosidad al puesto formado con una caja de cartón sobre la que pueden verse algunos libros de los que es el autor la persona que los vende. Luego de cambiar algunas impresiones con él, me decido por uno de ellos, se titula Cuentos Nocturnos y contiene unas catorce historias cuyo común denominador es una ruptura con la realidad a la que estamos acostumbrados “y que a veces se puede precipitar en un mundo un tanto extraño”. Después de haber leído todas sus historias, de amena lectura, en las que he disfrutado con sus personajes, sus imprevistos desenlaces y asuntos aparentemente fantásticos, tengo la sensación de no haber salido de la realidad textual al percibir la realidad objetiva con la que la realidad literaria está unida por medio de un cordón umbilical, aunque la lectura puede habernos engañado al generar una sensación de fantasía, al producir en el lector la ingenua imagen de poder evadirse. Por ello vale la pena su lectura.

La segunda obra leída es de Casimiro Sánchez Calderón, se trata de su cuarta novela en poco más de cuatro años y como en las anteriores hay en ella un nítido trasfondo biográfico, claramente perceptible para quienes conocen al autor. Para quienes estén interesados en su lectura, se titula Los héroes ignorados; es una novela en la que he encontrado algunos personajes construidos con consistencia, junto a la mención de muchos nombres cuya referencia son personas conocidas para cualquier lector que conozca la época y la ciudad en la que se ubica la historia. El personaje central nace en 1950 y lo hace en Puertollano, ciudad de la que el autor fue alcalde desde 1995 hasta 2003; esta circunstancia aflora claramente en el texto de modo que a veces parece una reivindicación del narrador, fácilmente identificable con el autor. Todo ello no quita interés a la lectura de la obra, interesante para conocer mejor el perfil de una ciudad que tiene conciencia. La novela puede colocarse en lo que Unamuno llamó intrahistoria, aunque el autor no vence la tentación de escribir los nombres de algunos personajes a los que llama los héroes ignorados, muchos de ellos conocidos solo en el ámbito de la política clandestina local de los años sesenta y setenta, algunos aparecen en la actividad política cuando el dictador ha muerto o en los años previos a su fallecimiento. El autor pretende reivindicar el recuerdo de los verdaderos héroes de la historia local y, aunque muchos de ellos son ignorados en la historia ficticia de igual modo que se ignoran en la realidad, la lectura de la novela genera en la conciencia del lector una serie de nombres que apuntan en el ámbito de su memoria personal a personas conocidas a lo largo de su propia experiencia vital y de este modo se recupera el recuerdo de otros muchos héroes ignorados a los que se rinde homenaje sacándolos del olvido. De los mencionados en la novela conocí personalmente a muchos: Juan Estévez, Agustín Fernández, Eduardo de la Orden, conocido popularmente como El tío de la pipa, y otros muchos) y, entre los que me ha evocado la lectura, los que no se mencionan en la obra pero que forman parte de la intrahistoria de la ciudad y también pueden ser llamados héroes ignorados, dentro y fuera del ámbito de la militancia política: Pepe Juárez, Julián Serrano…

La tercera obra que me apunta a lo próximo, una novela de éxito, El tiempo entre costuras, escrita por María Dueñas Vinuesa, una autora nacida en Puertollano, aunque vive, como tantos puertollanenses, en la diáspora. Su temática está relacionada con la guerra civil y la posguerra, aunque tratado todo de una manera indirecta. Su relación con lo próximo tiene que ver por la sensación que se tiene al leer libros de personas conocidas, con las que has compartido una calle, un instituto, un paisaje común y eso también cuenta a la hora de acercarte a la literatura, enriqueciendo la lectura con referencias no literarias pero que amplían tu experiencia de lector al transmitirte la sensación de que bajo la escritura y la lectura subyacen experiencias comunes y eso te liga más al acto creativo que también es la lectura.

Y, por último, mencionar solo la obra escrita por dos autores locales: Julián López García y Luis F. Pizarro Ruiz. Se trata de una historia y memoria del socialismo en Puertollano, de la que en un próximo artículo me ocuparé con más amplitud.

Septiembre, de 2011





sábado, 3 de septiembre de 2011

España Oculta Cristina García Rodero


martes, 21 de junio de 2011

CON PALABRAS AJENAS

A mis compañeros del Hernán, símbolos de otras ausencias.



Hoy me toca decir adiós a un centro donde llegué hace más de dos décadas. Me llevo muchos recuerdos, muchos afectos, algunos sinsabores; y, creo que dejo, al menos así lo siento yo, el testimonio de un compromiso con la enseñanza pública, laica y de calidad, en la que los alumnos no sean entendidos como clientes sino como ciudadanos de un Estado social y democrático, tal como dice nuestra Constitución, aunque a veces se olvide.

He puesto mi granito de arena para reivindicar la dignidad de la praxis profesional del colectivo al que he pertenecido, denostado desde dentro y desde fuera. He defendido siempre la dignidad profesional, agredida a veces, sobre todo, cuando se pretende que los profesores desarrollen tareas impropias de su labor docente. De todo ello he dejado constancia en los claustros, en los consejos escolares, de los que he formado parte; y en el sindicato en que estuve durante muchos años, hasta que se convirtió en una sucursal de la Consejería.

El centro que dejo hoy ya no es el que encontré hace veinte años. El óxido del tiempo ha pasado también por sus pasillos, sus aulas, sus puertas, sus ventanas deterioradas, aunque todo esto se arreglará un día con unos buenos presupuestos.

Y parafraseando los versos que aprendí en la adolescencia, lo cierto es que volverán a abrirse las aulas en septiembre y a llenarse de voces adolescentes; la sala de profesores se llenará de caras nuevas y seguirán entregándose esos horarios que “Dios daba y San Pedro bendecía”; pero los horarios que llevaban nuestros nombres, esos… ¡No volverán!

Los que tampoco volverán a pasar por la puerta, ni a llenar con su voz la sala de profesores, ni a intervenir en los claustros son los profesores que se fueron año tras año, pero el claustro se renovará cada curso; y en el rincón aquel donde nos sentábamos, nuestro espíritu errará, nostálgico…

Quizás para cerrar el círculo que el tiempo teje en la vida de cada uno de nosotros, vuelven a mí las primeras imágenes de una mañana de septiembre en la que me presenté en el instituto acompañado de mi hijo, entonces un niño de seis años. Me hizo la observación de que el edificio era igual que el de Huelva, aunque allí se encontraba junto a la marisma. Durante estos años, cuando miraba desde las ventanas de las clases, siempre he evocado aquellos paisajes juanramonianos y el olor a sal que entraba por la ventana como si fuera el ensoñado de sus poemas de otoño.

En mi vida he comprobado cómo al final de una experiencia siempre se regresa al principio, no es que yo asuma la teoría del eterno retorno pero sí he visto cómo la vida devuelve a nuestros labios esa expresión tan honda de ¡ay madre! como si con ello retornáramos al útero materno, único lugar en el que sin duda fuimos felices. Quizás por ello, es en este momento, cuando surgen como una evocación necesaria los nombres de mis primeros compañeros del Seminario de Lengua española en el Hernán: Ángela Vicente, Luis Marcos, Inmaculada Lamarca, Juan José Arranz y Ángel Romera.

En estos años he sido testigo de la marcha de muchos compañeros, pensando siempre en el día en que me tocaría a mí, sabiendo que marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza en su costumbre; consciente de que nuestro destino es pasar haciendo camino sobre la mar…, que no es el morir sino el ámbito de nuevas experiencias.

Sé que quizás mañana cuando alguien se siente en la sala de profesores me nombrará y uno nuevo junto a él no sabrá a quién se refiere, pues ocurrirá conmigo lo que antes con otros. ¿Quién se acuerda de los buenos días de don Ramón de la Osa? ¿Quién recuerda a don Eduardo Bernal? ¿A don Jesús Arenas?

Y me iré sin echar la vista atrás pues quien torna su mirada se convierte en estatua de sal. Así que no volveré, pues no sé si habría quien me aguarde de mi doble ausencia larga, o quien bese mi recuerdo, entre caricias y lágrimas. Pero habrá estrellas y flores y suspiros y esperanzas, y amor en las avenidas, a la sombra de las ramas.

Fue San Juan de la Cruz, mi querido Juan de Yepes, el que me enseñó que la dolencia de amor no se cura sino con la presencia y la figura; quizás por eso me he curado de la dolencia de enseñar con la presencia de los alumnos a los que he visto pasar por los diferentes cursos de mi vida cantando siempre el mismo verso pero con distinta agua.

Y, aún sabiendo que llegué a esta profesión por circunstancias, reconozco que debo mucho a quienes fueron mis maestros y aunque he debido esperar mucho tiempo, casi toda una vida, para juzgar si su labor fue más o menos acertada, quiero hacer caso a Juan de Mairena y que sean los descendientes de mis alumnos los que formulen el juicio sobre si mi labor ha sido más o menos acertada.

No hablo con quienes una burla del destino compañeros míos hiciera, sino que hablo a solas (Quien habla a solas espera hablar a dios un día) o para aquellos pocos que me escuchen con bien dispuesto entendimiento. Aquellos que como yo respeten el albedrío libre humano disponiendo la vida que hoy es nuestra, diciendo el pensamiento a quienes llenan las aulas cada principio de curso y que al llegar los meses de abril y mayo hacen que el instituto espere también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

¿Qué herencia sino ésa recibimos? ¿Qué herencia sino ésa dejaremos?

Y como hay que partir, sólo me llevo, para ir ligero de equipaje, las palabras del poeta del éxodo y del llanto: Ser en la vida romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos; ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo...

Hasta siempre






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lunes, 30 de mayo de 2011

Huelva TV: 25 años del Instituto

viernes, 27 de mayo de 2011

Exposición de José Caballero

Historia del I. E. S. Fray Andrés

demolicion picasso2

viernes, 20 de mayo de 2011

SOBRE LA POLÍTICA (Selección de textos de Antonio Machado)

Se miente más que se engaña;
Y se gasta más saliva
De la necesaria…

Más adelante, Mairena escribe: Sí nuestros políticos comprendieran bien la intención de esta sentencia de mi maestro, ahorrarían las dos terceras partes, por lo menos, de su llamada actividad política.

Cuando dos gitanos hablan
ya es la mentira inocente;
se mienten y no se engañan.

La sentencia es la misma; pero dicha de un modo más perverso, que parece implicar una cierta afición a la gitanería.

El deber de la mentira
es embaucar papanatas;
y no es buena la piadosa,
sino la que engaña.

Aquí la lógica se ha comido a la ética.

En su sabiduría sigue Mairena reflexionando y dice en torno a la modestia cosas como que “es la virtud que más espléndidamente han solido premiar los dioses”. Y luego: Los períodos más fecundos de la historia son aquellos en los que los modestos no se chupan el dedo.

Los que os hablan de España como de una razón social que es preciso a toda costa acreditar y defender en el mercado mundial, esos para quienes el reclamo, el jaleo y la ocultación de vicios son deberes patrióticos, podrán merecer, yo lo concedo, el título de buenos patriotas, de ningún modo el de buenos españoles.

-Dadme cretinos optimistas-decía un político a Juan de Mairena-, porque ya estoy hasta los pelos del pesimismo de nuestros sabios. Sin optimismo no vamos a ninguna parte.
-¿Y qué diría usted de un optimista con sentido común?
-¡Ah, miel sobre hojuelas! Pero ya sabe usted lo difícil que es eso, amigo Mairena.

(Sobre la política y la juventud)

La política, señores –sigue hablando Mairena- es una actividad importantísima…Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.
Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiada revolucionaria, siendo en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos –de una vez- en la cuneta del camino.”.
No toméis, sin embargo, al pie de la letra lo que os digo. En general, los viejos sabemos, por viejos, muchas cosas que vosotros, por jóvenes, ignoráis. Y algunas de ellas- todo hay que decirlo- os convendría no aprenderlas nunca. Otras, sin embargo, etc., etc.

lunes, 2 de mayo de 2011

1º DE MAYO DE 2011

Hace muchos años, creo que fue en 1977, cuando fui con un paisano al estadio de Los Cármenes a ver un partido de fútbol. Al salir del estadio granadino coincidimos con un grupo de trabajadores que se manifestaban por la Gran Vía de Granada reivindicando democracia y libertad. Tuve un sentimiento de culpabilidad por haber ido aquella tarde a un partido de fútbol al tiempo que cientos de obreros se manifestaban aquel primero de mayo, desafiando la prohibición, por la calles de muchos lugares de España pidiendo democracia y libertad para todos los españoles.

Al llegar a la Plaza del Triunfo nos encontramos con un grupo de grises (así se conocía a los miembros de la Policía Armada debido al color de sus uniformes) formando un cordón para cerrar el paso a los manifestantes y evitar que continuaran su marcha hacia el centro de la ciudad. Mi acompañante y yo nos dirigimos por la calle de San Juan de Dios hacia la zona de Gran Capitán donde vivíamos. Aquella noche no dormí tranquilo; era como si tuviera la mala conciencia de quien no ha hecho lo que tenía que hacer.

Algunos años después asistí en compañía de mi padre a la manifestación del 1º de Mayo. Acabábamos de estrenar la Constitución y unas semanas antes se habían celebrado las primeras elecciones democráticas para elegir a quienes tenían que gobernar los Ayuntamientos. En Puertollano, mi pueblo, había sido elegido un alcalde socialista, se llamaba Ramón Fernández Espinosa y era natural de Argamasilla de Calatrava. Aquel año acompañaba a los manifestantes la Banda Municipal interpretando la Internacional; después, cuando era ya presidente Felipe González y empezaron las primeras desavenencias entre el gobierno y los dirigentes sindicales, la banda de música dejó de interpretar la Internacional en el día del trabajo. Fueron pasando los años y las manifestaciones del uno de mayo empezaron a perder presencia en las calles, a medida que los sindicatos han perdido credibilidad ante millones de trabajadores. Me pregunto por qué.

Hoy, uno de mayo de 2011, he salido a la calle y me he encontrado con un pequeño grupo de manifestantes, algunos de ellos estudiantes de secundaria. Apenas iban trabajadores, quizás quince o veinte adultos, entre ellos algún colega de la enseñanza, pero poco más. Aunque no me identifico con lo que representan las banderas que enarbolaban, los he acompañado durante algunos metros en su recorrido hasta la Plaza Mayor donde se han detenido para finalizar su pequeña y testimonial manifestación. Ellos han ejercido un derecho universal: el de manifestarse; pero dónde estaban los cientos de ciudadanos que no tienen trabajo, los que han visto recortados sus derechos laborales, los que han sufrido el incumplimiento de acuerdos firmados. Si es verdad que el que calla otorga, entiendo el silencio de miles de ciudadanos que han dejado de ejercitar aquellos derechos que reivindicaban los manifestantes de aquel Primero de Mayo de 1977, pocos semanas antes de las primeras elecciones democráticas después de la longa noite da pedra que dijo Celso Emilio Ferreiro de la dictadura militar que sufrió España desde 1939.

Hoy dicen que el número de personas sin trabajo ronda los cinco millones. Cinco millones de bocas que comen de la ayuda familiar, de la que le otorga el Gobierno, de sólo ellos saben qué. Paseo por la ciudad, está tranquila; los bares ofrecen un aspecto saludable sin humo; en la Plaza Mayor están las casetas de la Feria del Libro y algunos curiosos se agrupan ante los tenderetes de las librerías en busca de alguna obra. Todavía huele a incienso por las calles, olor que convive con el color de las banderas que llevan los manifestantes, algunos de ellos de la CNT y, sin embargo, católicos, apostólicos y, quizás también, romanos. ¡Hay que ver lo que hemos cambiado! Y todavía hay quien echa la culpa de todo al presidente del Gobierno de lo que pasa en este país… Ah, para terminar decir que el heredero de la corona se encuentra en Roma asistiendo a la beatificación de un polaco nacionalista y anticomunista que llegó a ser Jefe del Vaticano. Por lo visto han acudido muchos españoles…Quizás eso explique que las manifestaciones del primero de mayo no hayan contado con mucha asistencia.

martes, 12 de abril de 2011

INDIGNAOS

Acabo de leer este librito de poco más de treinta páginas, escrito por un joven de 93 años, y me ha gustado tanto que no dudo en recomendarlo a todos mis amigos. Su autor se llama Stéphane Hessel y es un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica, publicado en España por la Editorial Destino.

El libro se divide en pequeños bloques temáticos: El motivo de la resistencia es la indignación. Dos visiones de la historia. La indiferencia: la peor de las actitudes. Mi indignación a propósito de Palestina. La no violencia, el camino que debemos aprender a seguir. Por una insurrección pacifica. A lo largo de sus treinta y tantas páginas menciona los grandes hitos del siglo XX: la descolonización, el final del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la caída del muro del Berlín. Señala también el retroceso sufrido en la primera década del siglo XXI atribuido a la presidencia de Bush, al 11 de septiembre y a las acciones de USA, como la guerra de Irak. Son años de crisis económica en los que es obvia la ausencia de nuevas políticas de desarrollo. A pesar de todas las dificultades que aguardan hay que mantener la confianza y luchar para que no nos instalemos en ese horizonte del consumo de masas, el desprecio a los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competencia a ultranza de todos contra todos.

Tan interesante como el librito me ha resultado el prólogo escrito por José Luís Sampedro. Escribe el autor de El río que nos lleva, y brillante economista:

¡INDIGNAOS!, repite Hessel a los jóvenes. Les recuerda los logros de la segunda mitad del siglo XX en el terreno de los derechos humanos, la implantación de la Seguridad Social, los avances del estado de bienestar, al tiempo que les señala los actuales retrocesos. (…). Un camino que en la primera década del siglo XXI se está recorriendo a una velocidad alarmante. De ahí la alerta de Hessel a los jóvenes. Con su grito les está diciendo: “Chicos, cuidado, hemos luchado por conseguir lo que tenéis, ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten”.

jueves, 24 de marzo de 2011

 DÍA DE LA ENSEÑANZA

Dedicado a todos los maestros y profesores a los que el Gobierno de Castilla La Mancha dejará sin la retribución que sí cobrarían si ejercieran en otros lugares de España, excepto Madrid.



Me animan algunos compañeros a escribir algunas palabras por el llamado Día de la Enseñanza. Les digo que no hay motivos para escribir sobre esta efemérides, insípida y algo vacía, que en realidad sólo sirve para que algunos políticos suelten el rollo ante un auditorio que poco o nada sabe sobre el mundo de la enseñanza. Antes los docentes celebrábamos el día del patrón -San José de Calasanz, los maestros; Santo Tomás de Aquino, los profesores de Bachillerato; y San Juan Bosco, los de Formación Profesional-, hasta que alguien dijo que eran fiestas gremiales, antiguas, y decidieron quitarlas, poniendo en su lugar esa fiesta anodina llamada el Día de la Enseñanza.

Aunque las fechas de las celebraciones docentes tenían cierta relación con el santoral católico, el contenido de las actividades se fue secularizando sin generar ningún trauma y a lo largo de los años ochenta del pasado siglo se habían laicizado con toda normalidad. Se celebraban diferentes actos en los que participaban profesores, alumnos, personal no docente, e, incluso, solían asistir algunos padres. Había representaciones teatrales, en las que actuaban los mismos profesores y alumnos; competiciones deportivas, tómbolas con objeto de recaudar fondos para los viajes de estudio; también, con motivo de la celebración, se tomaba un aperitivo, al que acudían compañeros de otros centros. Pero desde hace algunos años, la celebración del Día de la Enseñanza transcurre de espaldas a los verdaderos protagonistas de la Escuela: profesores y alumnos. Son los políticos los que ocupan los medios de comunicación, los que sueltan discursos sobre una realidad que distorsionan según sus propios intereses.

Es curioso que en un país en el que un gran número de políticos procede del campo docente, dando la impresión de que se marcharon de las aulas con la intención de volver lo más tarde posible, asistamos a la conversión del llamado Día de la Enseñanza en una celebración llena de retórica, en la que alumnos y profesores desaparecen del escenario. En su lugar vemos políticos, sindicalistas, representantes de asociaciones varias y se escuchan discursos, llenos de retórica, en los que no se hace mención al fracaso escolar, a la burocratización de los centros, al absentismo académico, al deterioro de la enseñanza pública, a la provisionalidad de las leyes educativas… Hablarán de los ordenadores repartidos sin ton ni son, pero no dirán en sus discursos que la Consejería de Educación no ha convocado oposiciones para este año, ni que todos los profesores de Castilla La Mancha, a diferencia de los de Andalucía, Aragón, Canarias, Cataluña, Extremadura, Navarra, Valencia y otras regiones españolas, no recibirán la retribución compensatoria por jubilarse, según establece la Ley de Educación, tras más de treinta años de trabajo, de entrega a una profesión en la que, sin duda, han entregado mucho más de lo que han recibido a cambio: en Castilla La Mancha, el gobierno regional, presidido por don José María Barreda, les ha retirado la retribución que han venido percibiendo todos los que se jubilaron en años anteriores. Este curso, los mismos que sueltan sus discursos sobre la importancia de la educación, sobre la labor de los profesores, han decidido retirar esas retribuciones a los maestros y profesores de nuestra Comunidad. Así les agradecen la entrega a una profesión cada vez con menos reconocimiento, cada vez peor considerada, cada vez más difícil de ejercer. Y todavía tienen la desfachatez, algunos de esos políticos, de pedir a los profesores agraviados que hagan un ejercicio de “racionalidad, de coherencia y de austeridad”. ¡Qué osadía!

Visto y oído lo que se ve y se oye, me pregunto: ¿Qué vamos a celebrar los docentes castellano-manchegos el Día de la Enseñanza? Lo mejor que podemos hacer es olvidar las declaraciones de quienes están al frente de la Consejería, de los oportunistas que dejaron las aulas como aquellos desertores del arado, que se decía hace años de los que abandonaban el campo para medrar en otros lugares, y, cuando volvamos a clase el próximo día, seguir trabajando con nuestros alumnos, como si nuestros gobernantes nos hubieran reconocido los muchos años de entrega, de sacrificio en el desarrollo de una profesión en la que siempre se da más de lo que se recibe. Así daremos satisfacción a nuestro Vice- Consejero cuando dice –según la prensa- que a pesar de que el profesorado de la Región no perciba la retribución “su responsabilidad le llevará a seguir trabajando con dedicación, profesionalidad y ganas”. Insisto, es conveniente que olvidemos a esos portavoces del gobierno regional que dicen que “los profesores o maestros que quieran jubilarse lo hacen por otros motivos que los económicos” y, además, que no tiene importancia que se suprima la retribución porque ésta “afecta a muy pocas personas si las comparamos con el número total de docentes”. Eso somos para el Gobierno Regional: una cifra insignificante. Quizás si fuéramos más, más votos, seríamos más importantes.





lunes, 21 de marzo de 2011

La Saeta de Serrat

La Saeta del Cristo de los Gitanos

Sigue la huella de Machado, Sueña Soria

sábado, 12 de marzo de 2011

Unamuno (Breve biografía)

Niebla, de Miguel de Unamuno | 1975

domingo, 27 de febrero de 2011

POEMAS COMENTADOS

Os recomiendo la lectura de los comentarios de poemas de Rubén Darío, Luís Cernuda y Ángel González. 

http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/comenta/esp/largo.htm

BIBLIOTECA DIGITAL CIUDAD SEVA

Os recomiendo este enlace para encontrar cuentos, poemas, otros textos y, para quienes quieran más, hay unos consejos muy interesantes para inicarse en la producción de textos. 






http://ciudadseva.com/bibpoe.htm

viernes, 25 de febrero de 2011

LA GENIALIDAD DE PÍO BAROJA

Pío Baroja (13/5/1904) - en una tertulia en un café...



“La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber:
1) los que no saben;
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por no saber;
5) los que aparentan que saben;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás no saben.


Unamuno y Pérez Galdós aplaudieron a Baroja -sobre todo por los últimos, “los que viven gracias a que los demás no saben”...

..."estos últimos se llaman a sí mismos -políticos- y a veces hasta -intelectuales-...







jueves, 24 de febrero de 2011

AUTORES MODERNISTAS