CALLEJEANDO
CON JUAN RAMÓN
A mi amigo Antonio Mancheño, con quien
compartí tantos paseos por Moguer
Te invito a pasear por las calles de Moguer
en compañía de Juan Ramón Jiménez. No es imposible si tú dejas libre la
imaginación; lo demás, comprobarás que es muy sencillo.
Cuando llegues al pueblo busca la calle de la
Ribera. En ella se encuentra la casa natal de Juan Ramón… ¿Recuerdas aquel
fragmento de Platero y yo en el que
el narrador de la historia habla de esta casa?
-Aquí en esta casa grande,
hoy cuartel de la Guardia Civil, nací yo…
Desde la calle de la Ribera te puedes dirigir
a la calle Nueva y, una vez allí, buscar la casa a la que se trasladó la
familia de Juan Ramón. No olvides el fragmento del libro en el que nos habla de
ello:
-Después,
mi padre se fue a la calle Nueva, porque los marineros andaban siempre navaja
en mano, porque los chiquillos rompían todas las noches la farola del zaguán y
la campanilla y porque en la esquina hacía mucho viento.
Leyendo Platero
y yo has comprobado que la costumbre de cambiar el nombre de las calles no
es sólo de nuestra época, ya antes solía ocurrir. ¿Sabes qué otros nombres ha
tenido o tiene la calle Nueva?
-En la calle Nueva –luego Cánovas, luego Fray
Juan Pérez- la casa de don José, el dulcero de Sevilla… ¡Qué encanto siempre,
en mi niñez, el de la casa de enfrente a la mía!
Presta atención a los actuales nombres de las
calles por las que pasas, por si alguno de ellos te recuerda aquellos otros que
aparecen en Platero y yo: la calle de
las Flores, la calle del Coral, la calle de Enmedio, la calle de la Fuente, el
callejón de la Sal o el del tío Pedro Tello… ¿Has encontrado la plaza de las
Monjas? ¿Recuerdas cómo se llama la iglesia donde se encuentra la torre del
pueblo?
-Ya en la cuesta, la torre del pueblo,
coronada de refulgentes azulejos, cobraba en el levantamiento de la hora pura,
un aspecto monumental. Parecía, de cerca, como una Giralda vista de lejos…
¿Has dado con la plazoleta de los Escribanos?
Una vez que has terminado de callejear por
este pueblo marinero por qué no vuelves a leerte Platero y yo y recuerdas aquellos personajes que, como el Arreburra
o el niño tonto de la calle de San José, todavía siguen impregnando de tristeza
y de ternura estas calles de Moguer.