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sábado, 27 de octubre de 2012

 








CALLEJEANDO CON JUAN RAMÓN

A mi amigo Antonio Mancheño, con quien compartí tantos paseos por Moguer
 

Te invito a pasear por las calles de Moguer en compañía de Juan Ramón Jiménez. No es imposible si tú dejas libre la imaginación; lo demás, comprobarás que es muy sencillo.

Cuando llegues al pueblo busca la calle de la Ribera. En ella se encuentra la casa natal de Juan Ramón… ¿Recuerdas aquel fragmento de Platero y yo en el que el narrador de la historia habla de esta casa?

          -Aquí en esta casa grande, hoy cuartel de la Guardia Civil, nací yo…

Desde la calle de la Ribera te puedes dirigir a la calle Nueva y, una vez allí, buscar la casa a la que se trasladó la familia de Juan Ramón. No olvides el fragmento del libro en el que nos habla de ello:

-Después, mi padre se fue a la calle Nueva, porque los marineros andaban siempre navaja en mano, porque los chiquillos rompían todas las noches la farola del zaguán y la campanilla y porque en la esquina hacía mucho viento.

Leyendo Platero y yo has comprobado que la costumbre de cambiar el nombre de las calles no es sólo de nuestra época, ya antes solía ocurrir. ¿Sabes qué otros nombres ha tenido o tiene la calle Nueva?

          -En la calle Nueva –luego Cánovas, luego Fray Juan Pérez- la casa de don José, el dulcero de Sevilla… ¡Qué encanto siempre, en mi niñez, el de la casa de enfrente a la mía!

Presta atención a los actuales nombres de las calles por las que pasas, por si alguno de ellos te recuerda aquellos otros que aparecen en Platero y yo: la calle de las Flores, la calle del Coral, la calle de Enmedio, la calle de la Fuente, el callejón de la Sal o el del tío Pedro Tello… ¿Has encontrado la plaza de las Monjas? ¿Recuerdas cómo se llama la iglesia donde se encuentra la torre del pueblo?

        -Ya en la cuesta, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos, cobraba en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental. Parecía, de cerca, como una Giralda vista de lejos…

¿Has dado con la plazoleta de los Escribanos?

Una vez que has terminado de callejear por este pueblo marinero por qué no vuelves a leerte Platero y yo y recuerdas aquellos personajes que, como el Arreburra o el niño tonto de la calle de San José, todavía siguen impregnando de tristeza y de ternura estas calles de Moguer.

 

viernes, 19 de octubre de 2012






ENTRE EL CINABRIO Y LA NIEBLA

 

Aunque hayas jurado no regresar, siempre se vuelve porque un día hay algo que te lleva hacia el lugar donde una vez estuviste. Regresas y entonces compruebas que la vuelta no es otra cosa que un intento, quizás inútil, de volver a aquellos momentos que recuerdas. Eres consciente de que te mueves entre espejismos, los mismos que sufre quien perdido en el desierto deambula errático por los áridos espacios que trastornan su conciencia. No importa el nombre que pongas a ese lugar que tú identificas con el pasado, con esa ciudad que fue el espacio por donde anduviste según te informan las imágenes que todavía guardas en tu memoria. Cuando regresas a ella encuentras que sus calles sólo conservan los nombres con los que  entonces se identificaban y no todas, pues en algunas fueron cambiados por el capricho de quienes deciden hoy su destino.

Aunque la ciudad ofrece un aspecto renovado, encuentras algunas casas deterioradas, abandonadas por los que un día vivieron en ellas; o vacías por la ausencia involuntaria de quienes las habitaron. Al pasar por ciertos lugares  evocas las personas que un día anduvieron por allí; y compruebas que donde hace años se encontraban tabernas donde acudías y en las que las voces y el vino te hicieron vivir noches de fiesta, hoy los planes urbanísticos han levantado otros edificios que dan una fisonomía, diferente a la que recuerdas, a las calles por las que transitabas con aquel aire bohemio de tu juventud.

De Almadén recordabas la humildad de sus gentes, su habla característica y sus bailes de carnavales. Las tardes de vinos por algunos de sus bares y las noches en sus terrazas. Días claves como el 23 F que viviste  allí y aquellos años de la transición hasta 1982 en los que toda España vivía sobresaltada por el envenenamiento con  aceite de colza. No fue nunca Almadén una ciudad afortunada, pues como otros núcleos mineros sufrió el expolio de las compañías que extraían sus riquezas y sólo dejaban allí los residuos y las enfermedades propias de las minas. Las riquezas naturales de Almadén no se han explotado en beneficio de sus habitantes, obligados a emigrar a otros puntos de la provincia y del país para buscar las oportunidades que no tuvieron en su tierra de origen. De los más de nueve mil habitantes que tenía a principios de los años ochenta, hoy apenas si pasa de seis mil. En estas tres últimas décadas ha perdido más de tres mil personas, siendo lo más preocupante el progresivo envejecimiento de su población.

Una vez que ha desaparecido la actividad en las minas y se ha producido una pérdida de población, la ciudad está intentando reinventarse con otras formas de mantenimiento y de desarrollo. Es como el ave Fénix que pretende resurgir de sus propias cenizas. Llevados por ese deseo de sobrevivir  los actuales habitantes han cambiado de ocupación  y se dedican a atender a cientos de turistas que vienen atraídos por las ofertas que ofrece una ciudad que aunque ha sido declarada patrimonio de la humanidad no puede evitar que muchos de sus vecinos se quejen de la triste situación en la que han quedado después del cierre de las minas, su verdadero patrimonio,  que fue desde siglos su santo y seña.
 
Cerradas sus minas de mercurio, desprovista la comarca de auténticas políticas de desarrollo de sus recursos ganaderos y agrícolas, sus gentes parecen condenadas al ensueño del turismo, a mostrar a los visitantes sus paisajes, sus museos, sus edificios restaurados… Llama la atención cómo Almadén busca en su pasado los medios para vivir en el presente. La mirada atrás permite encontrar una serie de elementos que transformados en productos culturales pueden ofrecerse a un público ávido de imágenes pretéritas. La galería de penados, el recuerdo de sus mineros, de sus edificios antiguos, la plaza de toros y su gastronomía permiten una actividad de la que pueden vivir quienes todavía no han emigrado y se han convertido en resistentes con la intención de mantener en pie esta ciudad que tiene tras de sí tantos siglos de historia.

No renuncian las gentes de Almadén a otras formas de desarrollo. En las proximidades del casco urbano, de regreso a Ciudad Real, puede contemplarse el polígono industrial conocido como “Pozo de las Nieves”, donde hay más de sesenta parcelas equipadas para la instalación de industrias que pueden ayudar a que Almadén deje de ser esa zona deprimida en la que se ha convertido en los últimos años. El establecimiento de empresas dedicadas a la producción de derivados del cerdo ibérico y de la caza, de quesos elaborados con leche de oveja merina, el envasado de berenjenas en vinagre y otros productos puede ser muy importantes para la zona si consiguen darse a conocer  en el mercado español e internacional.

Este deseo de renacer de sus propias cenizas convive todavía con la presencia de ruinosas costras que la herida del tiempo muestra en las fachadas de sus casas abandonadas, en las que la indolencia de la administración local no ha conseguido borrar esa imagen de decadencia ya endémica desde hace muchos años en la ciudad. Un paseo por sus calles permite descubrir una rejería artesana, puertas antiguas y esas gárgolas de sus tejados rojos que constituyen un peculiar museo al aire libre que no pasa desapercibido a los atentos ojos de los nostálgicos transeúntes. El paseante se obsesiona con esas fachadas deterioradas, iconos que hablan de un presente lleno de contradicciones. A pesar del esfuerzo de la ciudad por sobrevivir, las fachadas de sus casas abandonadas proyectan sobre el visitante la sensación de una ciudad fantasma cuya aspiración no parece ser otra que encontrar en su pasado milenario los recursos para sobrevivir en este presente cuyo horizonte parece estar limitado por el obsceno deseo de quienes se han propuesto dejar esta hermosa tierra fuera de sus planes de inversión, aislada y lejos de los grandes centros neurálgicos del desarrollo.

 

  

 

 

 

domingo, 7 de octubre de 2012








PALABRAS PARA ALICIA
 
Al cumplir los años que cumples si los multiplicas por dos casi te dan los años que yo tenía cuando tú naciste. Para ti son apenas unos años, para mí la mitad de mi vida; para ti una nube de algodón cargada de agua que caerá pero para mí una nube de esas que pasan sin dejar rastro. Me pregunto si te di todo el tiempo que debía darte; si te presté toda la atención que tenía que prestarte. Ser padre no es fácil, nadie te enseña. Ni  siquiera te sirve tu experiencia como hijo aunque te fijes en cómo se portaron contigo y quieras hacerlo igual o mejor. Con el paso del tiempo nunca sabes si acertaste o si no lo hiciste.
 
Tal como están los tiempos  a mí sólo se me ocurre que lo mejor que he hecho es permitir que hayas nacido, haberte visto crecer y vivir los sofocos que siempre dan los hijos y poner los sueños que ponemos los padres. Aunque a veces pienses que porque  
 
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
 
Recuerdo aquellas noches en que te contaba cuentos, muchas veces improvisados a pesar del cansancio de una larga jornada…Pero era dulce ver cómo te quedabas dormida antes de llegar al final…Luego fuiste creciendo y sentí  cómo te alejabas de mí…Pensé que algo no había hecho bien…Pero  después  volviste a ser aquella niña indefensa y dulce que me llamaba por mi nombre y sentí que habías regresado de nuevo.
 
Por eso, hoy cuando ya eres una mujer que se enfrenta a la vida, quiero dejarte esta canción que yo leí hace muchos años pensando en ti aunque  tú aún no habías nacido. Léela con atención y escúchala siempre que te encuentres sola o perdida para que te oriente como siempre me orientó a mí.
 

PALABRAS PARA JULIA
 
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

 José Agustín Goytisolo