LECTURAS DE OTOÑO
Cualquier
estación del año es buena para leer pero
el otoño es por la suavidad de sus tardes la estación que más me invita a una lectura tranquila junto a la
ventana desde la que contemplo el viejo olivo que preside con aires
melancólicos el patio de inspiración mudéjar de mi casa.
1. La primera obra que leí a
principios de otoño es A FINALES DE ENERO, La historia de amor más
trágica de la Transición, escrita por
Javier Padilla y editada por
Tusquets. “A finales de enero” describe
la peripecia de tres militantes antifranquistas: Enrique Ruano, un joven
estudiante de Derecho muerto en enero de 1969 durante un interrogatorio
policial, y Dolores González y Francisco Javier Sauquillo, abogados
laboralistas y ambos víctimas de la matanza de Atocha de enero de 1977, en la
que ella resultó gravemente herida y él
murió a causa de los disparos recibidos, mientras la protegía con su cuerpo. La
emocionante historia de amor en la que se vieron envueltos –Dolores fue novia
de Enrique y después, esposa de Javier- se entrelaza con los estertores de un
régimen que castigó sin piedad a quienes, como ellos, buscaban la playa bajo
los adoquines, y nos recuerda los frágiles inicios de la Transición a la
democracia.” La lectura de este libro me ha retrotraído a una época que muchos
parecen haber olvidado y otros la han idealizado de tal manera que los que la
vivimos tenemos la sensación de que aquellos dramáticos hechos ocurrieron en
otro país.
2. Podría decirse que hay libros
que te llegan por una casualidad causada. Éste sería el caso de la novela Agua
por todas partes, del escritor cubano Leonardo Padura, editada también
por Tusquets. El título hace referencia a la condición geográfica de Cuba: una
porción de tierra rodeada de agua por todas partes. Pero también es un referente a un verso de Virgilio Piñera, un disidente
cubano: "La maldita circunstancia del agua por todas partes/ me obliga a
sentarme en la mesa del café. / Si no pensara que el agua me rodea como un
cáncer/ hubiera podido dormir a pierna suelta". Padura no solo es cubano
sino que es un cubano que, a pesar de tener también la nacionalidad española,
se siente un escritor cubano que escribe
sobre Cuba y los cubanos. Desde el barrio de Mantilla donde él vive desde su
nacimiento el escritor adentra al lector en un paseo por la Habana descubriendo
el Malecón, los barrios del Paseo del Prado, los parques del barrio de La
Víbora, las calles umbrías de la Habana colonial; así como los rasgos de la
identidad, la espiritualidad y la cultura cubana. Todo ello sin escamotear las
alusiones a la realidad social de la Cuba donde “un chofer de taxi gana diez,
veinte, treinta veces más que un médico especialista y por eso hay médicos que
prefieren ser taxistas”. Y al final de su relato tomamos conciencia de que la
vida como tal es una derrota y que lo único que nos queda ante esta
irremediable derrota que llamamos vida es intentar comprenderla. Esto es lo que
a juicio del escritor cubano es la razón de ser del arte de la novela.
3. La tercera lectura es En la raya del infinito. Quercus, una novela de Rafael Cabanillas Saldaña, un autor castellano
manchego. Publicada en la editorial Cuarto Centenario tiene casi 345 páginas
cuya lectura me ha permitido adentrarme en un mundo que no conocía salvo por
algunas referencias. Me sorprenden los primeros párrafos por su tono poético
hasta adentrarme en el segundo capítulo donde ya encuentro esa intensidad dramática que va a ser casi constante en el relato que se inicia con la descripción de la
matanza de Badajoz protagonizada por los golpistas en julio de 1936 y la muerte
a manos de un grupo de fascistas de la familia de Abel, el protagonista
principal de la novela. Después de estos hechos que desencadenan la historia,
la lectura nos introduce en las costumbres, formas de vida, de supervivencia,
relaciones humanas en una amplia zona de
los Montes de Toledo tal como apuntan algunos ejemplos de su toponimia - Valdelobillos en la zona de
Retuerta o Valmojado al norte de la
provincia de Toledo, etc- durante las primeras décadas de la Dictadura
franquista. La riqueza léxica refleja la presencia de la fauna y flora de un
mundo rural donde aparecen unos personajes bien caracterizados cuyos
comportamientos responden a los valores de una sociedad de posguerra donde la pobreza
que sufre la mayoría y el abuso de los
que ostentan el poder no fue suficiente para impedir que entre tanta miseria la
gente sencilla encontrara cómo sobrevivir. En definitiva, una novela bien
escrita, con influencias asumidas de la novela tremendista de los cuarenta o de Los santos inocentes de Miguel Delibes, que vale la pena leer no sólo en otoño sino
en estos días del invierno que está a punto de llegar.
4. Tus
pasos en la escalera, de Antonio Muñoz Molina, editada en Seix Barral. No
es la mejor de las novelas de Antonio Muñoz Molina pero su lectura me ha
permitido vivir la ensoñación de una nueva visita a Lisboa y ello me basta para
justificar los momentos que he dedicado a su lectura. Con una prosa ágil nos introduce en la atmósfera del relato consiguiendo crear
la ilusión óptica de vernos caminando por las calles del barrio de Lisboa donde
el protagonista ha alquilado el piso que está preparando mientras espera la
llegada de su mujer, llegada que parece tener lugar al final del relato aunque
el lector no está en condiciones de confirmar si tiene o no tiene lugar esa
llegada por lo que el suspense se mantiene después de haber leído la última
palabra.
5. Y he cerrado mis lecturas de
otoño con Agonía del cristianismo, una obra clásica de uno de los grandes
del modernismo español: don Miguel de Unamuno. Al ver la película de Amenábar, Mientras dure la guerra, que desde mi
punto de vista es una justa reivindicación de la figura intelectual de don
Miguel de Unamuno que tan importante es dentro de la cultura española, me
dieron ganas de releer alguna de sus obras y opté por Agonía del cristianismo. Ahora le he sacado más provecho que en la
primera lectura que hice cuando apenas tenía diecisiete años. Ha valido la pena
refrescar la lectura, recuperar fragmentos para reflexionar sobre la
actualidad. Para finalizar me quedo con un párrafo que sirve para la reflexión:
“Y vino la agonía dogmática, la lucha contra las herejías, la lucha de las
ideas contra los pensamientos.” En definitiva, la lucha del dogma contra la
libertad. Ahí lo dejo.