MIRANDO
AL RETROVISOR
Nada más decir que íbamos a hablar del Desastre todos sabíamos de lo que se iba
a tratar. ¿El Desastre? Con esta
denominación nos referíamos a la crisis que sufrió la clase dirigente española
(incluida la catalana, pues también es española) a finales del siglo XIX y
principios del XX. Podemos decir que en aquellos años la corrupción política,
económica y moral era algo cotidiano en las altas esferas de este país. Todos
recordamos en qué consistía el Régimen de la Restauración: ahora gobiernan los
conservadores, luego los liberales. En definitiva, una manera de enmascarar la
realidad, pues todos ellos eran liberales y conservadores. Eso sí, con matices
que los diferenciaban en pequeños aspectos; pero no en los intereses de clase que
unos y otros compartían.
¿Quién defendía los intereses de la mayoría
del país? A finales del siglo XIX la clase obrera estaba organizándose en sus
primeras asociaciones de resistencia, que dieron paso a los sindicatos de clase
y al primer partido político que nació con voluntad de defender los derechos
políticos de los obreros, ya fueran del campo o de la ciudad. Los obreros y la
pequeña burguesía no estaban representados ni por el Partido de Sagasta ni por el
de Cánovas; o como decía don Pío Baroja en su novela “El árbol de la ciencia”,
por los Mochuelos y los Ratones. Esta novela fue publicada por
primera vez en 1911, hace ahora 102
años, y al leerla podemos tener la sensación de que nos está hablando, en
muchos aspectos, de la España de 2013:
“La política de Alcolea respondía
perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo. Era una política
de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios, que se llamaban el de los
Ratones y el de los Mochuelos; los Ratones eran liberales, y los Mochuelos
conservadores.
En aquel momento dominaban los Mochuelos. El Mochuelo principal era el alcalde, un hombre delgado, vestido de
negro, muy clerical, cacique de formas suaves, que suavemente iba llevándose
todo lo que podía del Municipio.
El cacique liberal del partido de los Ratones era don Juan, un tipo bárbaro y
despótico, corpulento y forzudo, con unas manos de gigante, hombre que, cuando
entraba a mandar, trataba al pueblo en conquistador. Este gran Ratón no disimulaba como el Mochuelo; se quedaba con todo lo que
podía, sin tomarse el trabajo de ocultar decorosamente sus robos.
Alcolea se había acostumbrado a los Mochuelos y a los Ratones, y los consideraba necesarios. Aquellos bandidos eran los
sostenes de la sociedad; se repartían el botín: tenían unos para otros un tabú especial, como el de los
polinesios.”
El protagonista central de esta novela barojiana tenía una visión pesimista de
la sociedad española; pesimismo que transmite a los jóvenes de su tiempo cuando
estos le plantean que hay que hacer algo ante la situación en la que se
encontraba el país.
“¡Qué
van ustedes a hacer! ¡Es imposible! Lo único que pueden ustedes hacer es
marcharse de aquí.”
¿Es ésta la solución para la juventud de la
España de hoy?
Las sociedades ignorantes crean monstruos que se alimentan de sus ciudadanos. La nuestra es una sociedad cándida, adolescente y falta de instrucción. Es el momento de revisar los principios sobre los que fundamentar una sociedad moderna y solidaria, por lo tanto, niego todo principio religioso, político y social, permíteme que en estos momentos sea nihilista, porque estoy trabajando para el futuro.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Son tiempos en los que el nihilismo encuentra terreno abonado por la mediocridad de los que nos gobiernan. En cierto modo, esta época me recuerda a la del "Desastre", a Baroja; pero, siempre he admirado más a Valle y a don Antonio Machado. Ellos también trabajaban para el futuro, sin olvidar el presente. Siempre me he hecho un lío con el tiempo verbal...
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