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viernes, 20 de mayo de 2011

SOBRE LA POLÍTICA (Selección de textos de Antonio Machado)

Se miente más que se engaña;
Y se gasta más saliva
De la necesaria…

Más adelante, Mairena escribe: Sí nuestros políticos comprendieran bien la intención de esta sentencia de mi maestro, ahorrarían las dos terceras partes, por lo menos, de su llamada actividad política.

Cuando dos gitanos hablan
ya es la mentira inocente;
se mienten y no se engañan.

La sentencia es la misma; pero dicha de un modo más perverso, que parece implicar una cierta afición a la gitanería.

El deber de la mentira
es embaucar papanatas;
y no es buena la piadosa,
sino la que engaña.

Aquí la lógica se ha comido a la ética.

En su sabiduría sigue Mairena reflexionando y dice en torno a la modestia cosas como que “es la virtud que más espléndidamente han solido premiar los dioses”. Y luego: Los períodos más fecundos de la historia son aquellos en los que los modestos no se chupan el dedo.

Los que os hablan de España como de una razón social que es preciso a toda costa acreditar y defender en el mercado mundial, esos para quienes el reclamo, el jaleo y la ocultación de vicios son deberes patrióticos, podrán merecer, yo lo concedo, el título de buenos patriotas, de ningún modo el de buenos españoles.

-Dadme cretinos optimistas-decía un político a Juan de Mairena-, porque ya estoy hasta los pelos del pesimismo de nuestros sabios. Sin optimismo no vamos a ninguna parte.
-¿Y qué diría usted de un optimista con sentido común?
-¡Ah, miel sobre hojuelas! Pero ya sabe usted lo difícil que es eso, amigo Mairena.

(Sobre la política y la juventud)

La política, señores –sigue hablando Mairena- es una actividad importantísima…Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.
Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiada revolucionaria, siendo en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos –de una vez- en la cuneta del camino.”.
No toméis, sin embargo, al pie de la letra lo que os digo. En general, los viejos sabemos, por viejos, muchas cosas que vosotros, por jóvenes, ignoráis. Y algunas de ellas- todo hay que decirlo- os convendría no aprenderlas nunca. Otras, sin embargo, etc., etc.

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