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jueves, 15 de diciembre de 2011

PRIVILEGIO


En este confuso mundo en el que vivimos es necesario recurrir a algún tipo de brújula para no perdernos entre la niebla con la que pretenden envolvernos los que ostentan el poder. De unos años a hoy, la realidad se está transformando a una velocidad tan vertiginosa, que nuestra existencia se está viendo alterada de tal manera que ni los más despiertos llegan a captar todo lo que se sucede de un día para otro.
Por ello, es necesario recurrir a un método que nos permita analizar la realidad de modo que no nos engulla ese monstruo de siete cabezas que nos amenaza. No hace demasiado tiempo, se decía que había que analizar las situaciones concretas en sus momentos concretos. ¿Lo llamaban materialismo histórico? Pero fue tal el ataque que lanzaron contra él desde todos los ámbitos del sistema capitalista, que llegaron a afirmar  los ideólogos neoliberales que estábamos ante el fin de las ideologías. Algunas mentes lúcidas llegaron a decir que aquello no era otra cosa que el triunfo de una ideología concreta sobre otras. Y a partir de entonces se impuso la dictadura del pensamiento único.
 Sin embargo, no consiguieron acabar con los heterodoxos y todavía  hay quien se pregunta: ¿Acaso hay una sola mirada para ver la realidad? ¿Tenemos que aceptar la mirada de otros para percibir el complejo mecanismo  en el que estamos inmersos?
Y, a veces, quizás por mi ingenuidad edénica, me sorprendo, al comprobar que hay voces que, debiendo ser diferentes, terminan diciendo lo mismo… Y, aunque me pare a diferenciarlas de los ecos, no logro, por mucho que lo intente, dar alcance a su sentido.
En relación con lo dicho en el párrafo anterior, recurro a un ejemplo de la vida cotidiana: En una carta de un consejero del Partido Popular (PP) se dice que los funcionarios (él los llama servidores públicos) son unos privilegiados por tener un trabajo estable. Son cosas de la derecha, pienso; pero en una emisora de radio escucho uno de esos mensajes navideños a los que nos tiene acostumbrados un dirigente y cargo institucional del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) de la provincia de Ciudad Real y le oigo decir que tener un trabajo es un privilegio. ¿Se imaginan mi estupor? Los dos, el político de derechas y el de izquierdas, coinciden en  decir que tener trabajo es un privilegio.
Así que no tengo más remedio que buscar en el diccionario el significado del vocablo privilegio y encuentro que por privilegio se entiende la exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia.
Díganme ustedes si tener un trabajo es la exención de una obligación; o si piensan que trabajar  es una ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior. Por favor, díganme si alguno de ustedes piensa que existen circunstancias propias que permiten gozar de alguna ventaja exclusiva o especial en el ámbito del trabajo.
¿No creen que, si respondieran que sí, deberían denunciarlo ante cualquier juzgado de nuestro país? ¿Qué clase de políticos son los que consideran que tener un trabajo es un privilegio? ¿No dice el artículo 35 de la Constitución Española que todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo? Deber de trabajar y derecho al trabajo.
En consecuencia, pienso que quienes dicen que desempeñar (o tener) un trabajo es un privilegio no deberían ostentar ninguna representación política. No son dignos de hacerlo. Ellos son los primeros que deberían trabajar para que se cumpla la Constitución y dar credibilidad a lo de trabajar es un deber y el trabajo es un derecho.


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