UNA IMAGEN DE GRAN CAPITÁN
Una mañana, mi maestro de primera enseñanza equipado con
su cámara fotográfica de reportero de los años sesenta me dijo que lo
acompañara. Don José compaginaba su tarea docente con la de reportero en bodas,
bautizos, partidos de futbol, visitas de políticos u otros eventos que tuvieran lugar en nuestro
pueblo. Era uno de aquellos
protagonistas de la España en blanco y negro que le había tocado vivir y de la
que como pocos dejó reflejada en su nunca reconocida suficientemente labor de fotógrafo. Después de dejar a uno de
los mayores al cuidado de la escuela, nos dirigimos a la calle de Gran Capitán
y cuál no fue mi sorpresa cuando se detuvo en la puerta de la casa donde yo
vivía. Mi padre acababa de abrir en aquella calle su tienda taller de
bicicletas y le había encargado un pequeño reportaje con objeto publicitario.
Después de hacer diversas fotografías,
Don José me indicó que me colocara a la entrada del taller y se dispuso
a sacar una imagen panorámica de la fachada principal, en la que hoy puedo ver
al niño que yo era entonces. La fotografía, firmada por Rueda, me la encontré muchos años después en una
exposición que se celebró en la Casa de Cultura sobre el Puertollano de los
años sesenta. A principios de aquella década, la calle de Gran Capitán ya
empezaba a ser una de las vías más importantes de la ciudad. Como anécdota
recuerdo que, al ser el edificio
entonces de mayor altura, en su balcón se instalaron las cámaras de televisión
para tomar las imágenes de la colocación de la primera piedra de las viviendas
de la Cooperativa Santa Bárbara, construidas en aquellos años por el personal
de la Empresa Ramón Bahamonde. Mi padre había tenido la intuición de que por
ella pasarían un día las bicicletas camino de la Refinería y de las minas de la parte norte de la
cuenca. No se equivocó y, cuando la
vieja carretera del Villar se convirtió en el camino por el que circulaban las
bicicletas que utilizaban como medio de locomoción los obreros de la Refinería y los de las minas,
ya había cambiado la ubicación de su taller de la calle Juan Bravo a la de Gran
Capitán, y allí estuvo hasta que las transformaciones de los sesenta se llevaron
por delante los pequeños talleres que no pudieron competir con la implantación
de los autobuses ni con la crisis que asoló el país en aquellos años, en los
que cientos de bicicletas fueron abandonadas al dejar de ser utilizadas como medio de
locomoción hasta el puesto de trabajo y de que muchos de los que las usaban tuvieran que emigrar de Puertollano.
¿Recuerdas por qué se llamaba Rodríguez Ulloa aquella calle cegada por un muro y con una hornacina con la imagen de Santa Bárbara?
ResponderEliminarSí, lo recuerdo. Rodríguez Ulloa fue una persona relacionada con aquella Cooperativa. Su viuda y sus hijos vivían, según mis recuerdos en aquella calle que terminaba donde empezaba la parte posterior del bloque donde vivía don Aurelio Cordero y cuya entrada daba a la calle de Goya.
EliminarHola Román:
EliminarSi que me acuerdo de aquella fachada de
tu casa, también me acuerdo de la caída
de la pequeña empresa, pero a diferencia
de ahora que no existe atisbo de grandes
empresas ni pequeñas.
Un saludo.Faustino