contador de visitas

viernes, 24 de abril de 2020

DESPEDIDA


Las siguientes palabras las pronuncié en la despedida de la primera promoción de bachillerato de este siglo en el I.E.S. “Hernán Pérez del Pulgar”. Al encontrarlas en el baúl de las palabras perdidas las incorporo aquí para desempolvarlas en estos tiempos de confinamiento.


DESPEDIDA


Dicen que no son tristes las despedidas.
Dile a quien te lo diga que se despida.
Antonio Machado


            No tengo claro, os lo digo sinceramente que esto sea una despedida. Digamos que es un acto que, para algunos de nosotros, se repite todos los años cuando llegan los primeros días de junio, como sabéis una vez cada doce meses. Mas para vosotros es un momento irrepetible que habéis esperado durante muchos años.
            ¿Qué os tengo que decir que no os haya dicho después de todos estos meses durante los que hemos pasado juntos cuatro horas a la semana hablando de palabras, cuatro horas metalingüísticas, durante las cuales os habréis aburrido intensamente? Después llegaban otros profesores y teníais que cambiar el registro. Os recuerdo en vuestros asientos, resignados a escuchar al profesor de turno. ¿No os apetecía salir corriendo? Algunos de vosotros lo habéis hecho de vez en cuando. Os hemos visto alguna que otra vez fuera de clase, haciendo novillos por ahí enfrente. Pero mirábamos a otro lado…Recordábamos que a vuestra edad también nos apetecía largarnos de clase…Son cosas de la edad. Tener eso en cuenta humaniza nuestra profesión, pues no en vano somos muchos los profesores que seguimos teniendo alma de aquellos antiguos artesanos del Medievo y trabajando anónimamente como los escritores de cantares.
            Nosotros trabajamos sin preocuparnos de los índices de audiencia, sin estar pendientes de los titulares de prensa o de que nuestro nombre salga en los periódicos, ni en las pantallas de televisión o de quedar registrados en los anales de la Historia. Sabemos que nuestra gloria es como la “de los que escriben cantares: oír decir a la gente que no los ha escrito nadie”; sin embargo, sabemos que estamos trabajando con seres humanos que responden a un nombre, que tienen sentimientos y se alimentan de sueños; y por ello nuestra labor se hace copla, copla callada que suena cuando vosotros, nuestros alumnos, la hacéis vuestra.
            No tenemos otro empeño que ayudaros a ser felices y a ello nos entregamos con la ilusión de que nuestra labor en las aulas corra la suerte de las buenas coplas, ya

Que, al fundir el corazón
con el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

                                  Manuel Machado


            Permitidme también una breve y sosegada mirada a la nostalgia, a aquel primer día en el que llegasteis al instituto y fuisteis recibidos por los profesores que os darían clase en primero y segundo de secundaria. En este momento quizás recordéis aquella mañana de hace ya seis años cuando llegasteis al instituto con cierta angustia y preocupación ante lo desconocido. Es justo evocar el recuerdo de aquellos profesores que os recibieron en las aulas de este instituto que durante estos últimos años ha formado parte de vuestra vida. Algunos están aquí para despediros, como estuvieron para recibiros el primer día. No voy a decir sus nombres, por temor a que se me quede alguno en el aire, aunque yo estoy seguro de que vosotros los guardáis en vuestro corazón. Aquellos profesores, los que os dieron clase en primero y segundo de secundaria, al igual que los que lo hicieron en los cursos posteriores, también han contribuido a vuestra formación. De aquellos profesores, algunos se han marchado definitivamente, aunque vosotros los recordáis con cariño. Permitidme una segunda licencia, la de evocar entre todos el nombre de don Ramón de la Osa. El otro día les preguntaba a algunos alumnos de cuarto que si se acordaban de él y me decían que “tenía sus cosas, pero era muy buena gente”. Os confieso que me emocioné. Estoy convencido que a don Ramón, si estuviera aquí, le hubiera gustado escuchar las palabras de Irina: era muy buena gente.

            Esa es la perspectiva que no deberíais perder nunca. “SER MUY BUENA GENTE”. Todos los profesores que habéis tenido a lo largo de estos años hemos querido ser como caudales que han enriquecido ese río en formación que sois cada uno de vosotros; ríos que caminan, no a ese mar manriqueño que es el morir, sino a ese otro mar de Juan Ramón en el que encontraréis la plenitud, la madurez de vuestras vidas.

            Vosotros no sois, a vuestra edad, el río de Jorge Manrique, sino el camino de Antonio Machado, ese camino que se construye al andar. Esperamos que de alguna manera los profesores de este centro os hayamos ayudado en el tramo del camino cuya culminación estamos celebrando en este acto.

            Cada uno de los muchos profesores y profesoras que habéis tenido han ido dejando lo mejor de cada uno desde sus diferencias, desde sus contradicciones. Porque como ya os habréis ido dando cuenta durante estos años, los profesores somos muy distintos unos de otros, aunque esas diferencias no han impedido que todos hayamos compartido el interés porque os llevéis lo mejor de cada uno de nosotros. Este es el valor de los centros de la enseñanza pública, el modelo que vuestros padres eligieron para vosotros -Ojalá que no os hayamos defraudado-, un modelo plural, respetuoso con todas las condiciones sociales y con cualquier origen territorial.

            Vosotros sois, una de las primeras promociones, la primera del siglo XXI (2000-2006), que ha compartido las aulas con alumnos venidos de países como Marruecos, Colombia, Ecuador, Rumanía e, incluso, de la lejana China. Todo esto hubiera sido cosa de locos imaginarlo hace algunos años cuando los únicos forasteros venían de los pueblos cercanos o -y eso ya era insólito- algún alumno de Andalucía o de Cataluña. Todo esto es reflejo de que se está produciendo un cambio. Vosotros estáis llamados a ser protagonistas de ese cambio. Por ello será necesario que sigáis trabajando duramente en vuestra próxima etapa. Aquí, en el instituto, habéis convivido en una pequeña comunidad, pero os espera otra más grande y compleja cuando salgáis por la puerta (en la que ya no estarán Gabino ni Belén para controlaros) para empezar a hacer una nueva etapa de vuestra vida.

            Y como nosotros, vuestros profesores y profesoras, seguiremos aquí algunos años más, sí que me gustaría, ya para terminar, recordaros las palabras de uno de los más grandes pensadores apócrifos de nuestro país, me refiero a Juan de Mairena:

“Vosotros debéis amar y respetar a vuestros maestros, a cuantos de buena fe se interesan por vuestra formación espiritual. Pero para juzgar si su labor fue más o menos acertada, debéis de esperar mucho tiempo, acaso toda la vida, y dejar que el juicio lo formulen vuestros descendientes. Yo os confieso que he sido ingrato alguna vez -y harto me pesa- con mis maestros, por no tener presente que en nuestro mundo interior hay algo de ruleta en movimiento, indiferente a las posturas del paño, y que mientras gira la rueda, y rueda la bola que nuestros maestros lanzaron en ella un poco al azar, nada sabemos de pérdida o ganancia, de éxito o de fracaso”.

Muchas gracias.
Instituto “Hernán Pérez del Pulgar”
Ciudad Real, 6 de junio de 2006


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas Gracias por su comentario.