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miércoles, 1 de abril de 2020

UN MAESTRO LIBERAL


                                                                     A don Antonio Larrondo Cano  in memoriam
              


                Ser liberal en España en los años sesenta del siglo XX no era algo baladí. Leer el Diario “Madrid” o la revista “Triunfo” era considerado por los seguidores del Régimen como indicio de que eras masón, rojo o las dos cosas a la vez. Por aquellos años conocí a dos personas que no pertenecían a la clase obrera y que, curiosamente, tampoco eran franquistas. Las dos tenían el mismo nombre, una de ellas era nada menos que ingeniero, y, la otra, director por oposición (entonces existía el Cuerpo de Directores de Primaria); las dos leían cosas que no eran comunes en aquellos tiempos. El ingeniero solía comprar la revista “Triunfo” y el director de primaria era lector asiduo del Diario “Madrid”. De los dos guardo muchos recuerdos, entre ellos, que fueron los primeros liberales que conocí en mi vida. Para mi eran LIBERALES procedentes de la mejor veta del liberalismo español del XIX (Larra, Espronceda…), cada uno a su estilo. El ingeniero ya se fue hace unos años, y hoy se ha ido, don Antonio, el director de primaria.

            A don Antonio Larrondo Cano lo conocí allá por el año 1968 en una academia de las que había en Puertollano. Impartía clases de Pedagogía a un pequeño grupo de estudiantes de Magisterio. Ya era por entonces director del Colegio Público “Ramón y Cajal”. Vestía al estilo de don Antonio Machado. Se empeñaba en que lo tuteáramos, cosa que tardaría muchos años en conseguir ya que llegué a cumplir los cuarenta y todavía lo llamaba de usted. Mantuve desde entonces, a pesar de la diferencia de edad, con él una estrecha amistad que más tarde se hizo extensible a nuestras compañeras. Cuando mi hijo comenzó el parvulario en 1986 lo hizo en el Colegio Público “Gonzalo de Berceo” cuyo director era don Antonio Larrondo Cano, que había dejado la dirección del C.P. “Ramón y Cajal”. Como el colegio estaba a unos metros de mi domicilio aquello permitió que le hiciera numerosas visitas en horas libres y mantuviera con él aquellas conversaciones que tanto me enriquecían.

            Su mujer impartió clase a mis hijos siendo ya profesora en un instituto de Ciudad Real a donde se trasladaron cuando Don Antonio perdió injustamente su condición de director al suprimirse por ley el Cuerpo de Directores de Primaria. De vez en cuando nos juntábamos las dos parejas y hoy recuerdo con una sonrisa cómo yo seguía dirigiéndome a él de usted mientras que los demás usaban el tuteo. Me llamaba la atención y yo le decía que tuviera paciencia, que algún día lo tutearía y así ocurrió con el tiempo…, aunque para mí siempre siguió siendo don Antonio.

            En más de una ocasión lo acompañé en su viejo “seiscientos” los fines de semana por los pueblos de la comarca de Puertollano a los que iban sus alumnos a participar en las competiciones deportivas de aquellos años. Tenía un tremendo espíritu competitivo. También le ayudaba a organizar la biblioteca del colegio, tarea que hacía fuera del horario escolar. Cuando terminé magisterio fue él quien me acompañó en su “seiscientos” a Ciudad Real con objeto de  gestionar los trámites para que me expidieran el título de maestro (estudios que inicié gracias a Don Eduardo Bernal Morales, otra persona inolvidable para mí).  

            En ocasiones le pedía consejo como si de mi padre se tratara y hasta que empezó esta pandemia solía visitarlo en su casa todas las semanas, donde siempre lo encontraba leyendo “El País”, periódico al que estaba suscrito, y ya en los últimos meses solía ir a comprarlo a pesar de que tenía dificultades respiratorias para caminar. En mis visitas comentábamos la situación política actual sorprendiéndome siempre con su lucidez y racionalidad; y, aunque estábamos de acuerdo en las cuestiones sustanciales, me gustaba discrepar para suscitar pequeños debates. Sólo había una cuestión en la que predominaba la pasión sobre el análisis: cuando se trataba de su Atleti. Como yo lo sabía, no solía sacar el tema, sobre todo cuando ganaba el Real Madrid.





6 comentarios:

  1. Entrañable artículo, Román. Gracias por compartirlo con nosotros. Antonio, don Antonio, era un hombre honesto, ilustrado, muy trabajador y, en el sentido machadiano, un hombre bueno. Se nos están yendo los mejores, Román. Que en paz descanse !!

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    1. Gracias, Rafael: es cierto que se van, pero algo de ellos dejan en los que quedan.

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  2. Me ha gustado mucho leer este homenaje de un compañero a otro compañero que se ha ido. Es un bonito reconocimiento a a una persona a la que admiras por todo lo que tan bien describes. Descanse en paz y me uno a tu dolor , compañero y amigo.

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    1. Gracias por tu empatía en este tiempo de dolor. Un abrazo.

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  3. Buenos días. Enorme el comentario sobre estos dos maestros. Tuve el honor de conocer de D. Eduardo Bernal y comparto tus apreciaciones. Abrazos

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    1. Dos personas de las que aprendí y cuya amistad me enriqueció,
      Un abrazo.

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Muchas Gracias por su comentario.